Los cerca de 1.200 metros del recorrido por donde pasan las partidas (comparsas) de la Diablada Pillareña, entre el 1 y el 6 de enero, estuvieron copados en el primer día por miles de turistas nacionales e internacionales que llegaron a presenciar esta fiesta, parte del Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador desde el 2009.

Antes de las 13:00, en el ambiente se escuchaba diferentes tonos de la música ecuatoriana interpretada por la banda de pueblo. Todos se animaban porque sabían que la primera partida comenzaría su recorrido. Cabecilla, diablos, guarichas (hombres vestidos de mujeres), parejas de línea, capariches (barrenderos) e incluso los chorizos empezaban a moverse según los ritmos.

“Siempre he escuchado acerca de la Diablada Pillareña o visto por los medios de comunicación, pero no ha sido sino hasta ahora que he podido venir a ver lo que es parte de la cultura nuestra. Me parecen algo bonito los trajes, las caretas de los diablos y la música alegre”, manifestó Isabel Benavides, quien junto con Blanca Acosta llegaron desde Quito.

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Elena Rubio, también de Quito, no quiso desaprovechar que su padre Carlos regresó a los diez años desde Chicago, Estados Unidos, para ver por primera vez la Diablada Pillareña. A ella le impresionaron también la danza y los trajes que vestían los personajes.

Estuardo Velasteguí, otro espectador, dijo que era el segundo año que llegaba a ver la Diablada, porque el anterior le “pareció muy bonito”.

Patricio Chiluisa ha sido protagonista por años de la Diablada junto con una treintena de parientes. “Se escoge una partida que tenga una buena banda de pueblo, porque ahí está el éxito para coger el ritmo y así poder demostrar nuestro baile”, comentó el hombre.

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Édison Chicaiza salió con su sobrino Adrián Moposita, de 10 años. Contó que hay familias enteras que salen en las partidas de la Diablada Pillareña. “Pero dice la creencia que cuando se comienza a bailar, se tiene que hacer por doce años, porque caso contrario el diablo le puede jalar de los pies y llevarle al infierno”, argumentó.

Mantener la esencia

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La primera partida en salir fue Minga Cultural-barrio Tunguipamba. José Luis Velasco, cabecilla, aseguró que a través de este grupo se trata de mantener la esencia, rescatar la tradición de cómo era la Diablada Pillareña que nació en la temporada de inocentes en el tiempo de la colonia, en la que los indígenas comenzaron a remedar al diablo como una forma de rebelarse contra los patrones. (I)

 

De nuestra familia somos alrededor de 30 personas las que bailamos como diablos o guarichas desde los 2 años, porque es una tradición que se pasa de padres o abuelos a hijos o nietos”.

Patricio Chiluisa, participante

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Más detalles

Rescatar personajes

Fiesta popular

José Luis Velasco, líder de la partida Minga Cultural-barrio Tunguipamba, comentó que su grupo trata de mantener la esencia de esta fiesta popular, como las caretas clásicas de los diablos, que eran pequeñas, no tan grandes o llamativas como se usan en la actualidad. Agregó que los personajes ‘chorizos’ estarían desapareciendo de la Diablada, pero que anhelan rescatarlos.

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