En la década de 1980 el país vivía una severa crisis económica, durante la cual aumentó la inflación y el desempleo y se redujo el consumo. En 1983, se formó un grupo insurgente que llegó a tener entre 200 y 300 miembros. Su nombre fue “Alfaro Vive Carajo” y según dijeron a periodistas y varios medios de comunicación, buscaban por la vía de las armas obtener una democracia auténtica, justicia social y economía nacional independiente de economías extranjeras. Realizaron algunos asaltos y robos, a los que llamaron “recuperaciones económicas”, que servirían de soporte a sus operaciones.