Un estudio sobre la combinación de características físicas que pudo crear un gran cráter en la luna Europa ha permitido determinar que su corteza de hielo tiene al menos 20 kilómetros de espesor.

Europa es una luna rocosa de Júpiter, hogar de océanos de agua salada que duplican el volumen de los de la Tierra, encerrados en una capa de hielo.

Los científicos han pensado durante mucho tiempo que Europa puede ser uno de los mejores lugares de nuestro sistema solar para buscar vida no terrestre. Sin embargo, la probabilidad y la naturaleza de esa vida dependen en gran medida del grosor de su capa de hielo, algo que los astrónomos aún no han podido determinar, detalla Europa Press.

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“Este es el primer trabajo que se ha realizado en un gran cráter en Europa”, dijo en un comunicado Shigeru Wakita, científico planetario en la Universidad de Purdue y autor de la nueva investigación.

“Las estimaciones anteriores mostraban una capa de hielo muy delgada sobre un océano espeso. Pero nuestra investigación mostró que es necesario que haya una capa gruesa, tan gruesa que es probable que se produzca convección en el hielo, algo que se ha debatido anteriormente”, indicó el especialista.

Utilizando datos e imágenes de la nave espacial Galileo, que estudió Europa en 1998, el coautor Brandon Johnson, profesor asociado en Purdue, analizó los cráteres de impacto para decodificar verdades sobre la estructura de Europa.

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Johnson, experto en física planetaria y colisiones colosales, ha estudiado casi todos los cuerpos planetarios importantes del sistema solar.

Los científicos han debatido durante mucho tiempo el espesor de la capa de hielo de Europa; nadie lo ha visitado para medirlo directamente, por lo que los científicos están utilizando creativamente la evidencia disponible: los cráteres en la superficie helada de Europa.

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Europa es un mundo helado, pero el hielo alberga un núcleo rocoso. La superficie helada, sin embargo, no está estancada. La tectónica de placas y las corrientes de convección en los océanos y el propio hielo refrescan la superficie con bastante frecuencia. Esto significa que la superficie en sí tiene sólo entre 50 y 100 millones de años, lo que parece viejo para organismos de vida corta como los humanos, pero es joven en lo que respecta a los períodos geológicos.

Esa superficie suave y joven significa que los cráteres están claramente definidos, son más fáciles de analizar y no son muy profundos. Sus impactos dicen a los científicos más sobre la capa helada de la luna y el agua del océano debajo, en lugar de transmitir mucha información sobre su corazón rocoso. (I)