Francisco Pizarro (1478-1541), conquistador del Perú, se encontraba satisfecho de haber alcanzado una pax romana, luego de vencer la resistencia indígena y triunfar en la guerra civil contra su socio Diego de Almagro. Habían transcurrido 17 años desde su primer y fallido viaje de conquista; 14 desde el episodio de los Trece de la Fama, que le permitió darle continuidad a su odisea desde la Isla de Gallo a Tumbes, para tener noticias ciertas del Imperio inca; y 9 desde la famosa captura de Atahualpa que lo convirtió de golpe en señor del Tahuantinsuyo.