Llegó a Instagram en 2015, pero subió su primera publicación recién en 2017. Le hicieron falta dos años para animarse. Ahora ya no tiene timidez. “Estoy en TikTok, en X… En todas las que vengan”, anuncia a este Diario Caterina Moretti Schröder, @lacate_es, influencer, locutora profesional, embajadora de Fundación Adecco y creadora del movimiento Down Internacional. Y también una joven de 27 años con síndrome de Down que ama la moda.

¿Cómo le tomó tanto gusto a las redes? “Porque me gusta poder visibilizar al colectivo de personas con síndrome de Down para que se empoderen de sus diferencias”. Nacida en Chile, numerosas causas llevaron a su familia a mudarse a Barcelona, España, hace varios años. “Desde mi punto de vista, hay más oportunidades laborales para personas con discapacidad. Además, en Chile hubo un estallido social, no se podía salir a la calle, teníamos miedo. A mis hermanas les salieron convenios de las universidades chilenas con otras españolas. Más el trabajo de mi papá. Fue mucho a la vez”.

El cambio le hizo bien. Le encanta Barcelona. Trabaja en dos áreas. “Soy embajadora de Fundación Adecco, con ellos hago charlas motivacionales para empresas”. Ha aprendido que no hay que tener miedo a lo diferente. “Con Adecco somos un grupo de representantes y cada uno tiene diferencias. Lo que hacemos es ayudar a capacitar a las empresas para que no nos tengan miedo”.

Publicidad

¿Ha sentido alguna vez que le tengan miedo? “No a mí, pero la sociedad aprendió por ignorancia que ser diferente es malo. Y no es así. Ser diferente es un valor. Hay que desaprender lo aprendido”.

Ni angelitos ni malas noticias, las personas con síndrome de Down

La Revista, además de entrevistar a Caterina, tuvo la oportunidad de presenciar su charla en el Roche Press Day 2023, donde fue panelista del evento que este año se enfocó en mujeres, salud y equidad. La atención recayó sobre ella gracias a su Ted Talk de 2019 El valor de la diferencia.

En esa ocasión habló sobre el doble prejuicio de ser mujer y tener el síndrome. Habla con desenvoltura y mantiene una influencia digital con casi 48.000 seguidores en Instagram y 740.000 en TikTok. Su primera charla fue para enseñarle a un grupo de personas cómo se origina el síndrome de Down. Le molesta que le pregunten a su acompañante: ‘¿Qué necesita Caterina?’, en vez de dirigirse directamente a ella.

Publicidad

“No soy solo yo quien ayuda a la comunidad. Ellos me ayudan a mí. Es mutuo”, dice de sus seguidores, a los que describe como una familia diversa. Ellos se llaman a sí mismos catelovers, algo que divierte a la joven. Pero su propósito va más allá de la diversión. “Quiero derribar mitos y prejuicios de la condición. Uno de los primeros mitos es que somos eternos niños, que somos angelitos. Y déjame decirte que no somos angelitos. Tenemos derechos y deberes como cualquier otra persona. Dos: en mi comunidad promuevo el valor de la diferencia, porque no solo nosotros, todos somos diferentes. Y tercer punto: en mis cuentas doy esperanza a madres y a padres a los que la sociedad les hizo creer que tener un hijo con síndrome de Down es una mala noticia. Quiero decirles que somos una buena noticia”.

“No somos niños eternos ni angelitos de Dios”: ella es Mar Galcerán, la primera diputada con síndrome de Down en España

Algunos de los derechos que persigue Caterina: a votar, a la educación superior y a tener un título profesional (lo consiguió). “Me enfrenté a muchas barreras. La mayor de ellas era mi diagnóstico. Dicen: ‘Oh, no estamos preparados para el síndrome de Down’. Mis padres no estaban nada preparados para el síndrome. Soy la primera de tres hermanas. Ellos creyeron en mi persona. Tuvieron un trato igualitario con las tres hijas. Buscaron un colegio con un proyecto educativo inclusivo que apostara a la diferencia como un valor. En mi colegio tuve los mismos ramos que mis compañeros. Tuve Matemáticas, Química, Física, Deporte, Arte, Inglés. Mi ritmo de aprendizaje era más lento. Los contenidos eran los mismos. Los profesores me hacían las adecuaciones. Mi mamá se aseguró de que mi equipo de apoyo no fueran especialistas en el Down, porque eso ya me ponía un techo. Quiso que fueran especialistas en educación”.

Publicidad

Caterina hizo su primera publicación en redes sociales en 2017, cuando tenía 21 años. Ahora está en Instagram, X y TikTok. Sus seguidores se llaman a sí mismos 'catelovers'. Foto: Cortesía

Sin embargo, el impulso de Caterina y sus padres siguió encontrando obstáculos en la universidad, una experiencia que fue como ‘plantar humanos en Marte’. Recuerda su primer semestre en la carrera de Locución, en que se enfrentó a la asignatura de Ortología, es decir, a las normas de la pronunciación correcta. Y como ha demostrado, la dominó. Allí aprendió a declamar. “Las palabras eran superextrañas. Fue demasiado difícil. Lo increíble no es que yo haya aprendido esto. Lo increíble es que yo tenga que hacer una demostración para que ustedes empiecen a creer en nosotros”, expresó, después de regalar a la audiencia la Fábula de Polifemo y Galatea, de Luis de Góngora, disponible en el sitio oficial de TED y en YouTube.

Llevar al odontólogo a un niño con síndrome de Down, ¿qué necesita saber la familia?

“¡Pero claro, los Down tenemos mala memoria! Educación superior, ni hablar. No falta el profesor que dice: ‘¿Para qué va a estudiar? Para qué lo vamos a evaluar si es Down. Que sea feliz’. Ser feliz para nosotros no es muy diferente que para ustedes”, comparte Caterina, ante el silencio en la sala. “Hay que sentirse queridos. Pero no alcanza. Hay que contar con educación de calidad. Con trabajo. Sentirse útil. Tener salud y vivienda. Una vida independiente. Elegir y ser autónomo. Tener espacios de ocio. Tener amigos. Ser escuchados. Yo boto barreras todo el rato”.

El trabajo, la moda y los sueños de Caterina Moretti

Caterina defiende que es un derecho tener empleo, con o sin una condición. “Y lo que más me gusta del trabajo es yo, que no me etiqueten por una condición, sino por ser persona”. El trabajo de sus sueños es seguir dando charlas con la Fundación Adecco y viajar por el mundo. “Creo que los sueños se cumplen, y a las metas hay que llegar. Así que la mía es dar una charla en inglés. No es que lo domine muy bien. Puedo cantar una canción de Adele. Pero quiero dar una charla”. Y también conducir la ceremonia de los Premios Goya.

Además de la moda, la pasión de Caterina es comunicar. “Me dedico a motivar a personas a que se empoderen de sus diferencias. Empecé por mi madre, que también hacía charlas motivacionales. Ella me inculcó creer primero en mí, no en mi condición. Tener un referente es muy importante. En la vida aprendemos de la demás gente”.

Publicidad

Su otro empleo es en Simorra, una tienda de ropa de mujer. “No estoy en la tienda, estoy en oficinas, en la administración. Ayudo a ordenar facturas, en shootings (sesiones fotográficas) y en el showroom, a doblar ropa, que se me da muy bien. Estoy a la disposición para todo”.

Y de paso está en contacto con una de sus pasiones, la moda. “Me encanta combinar outfits, hacer mis propios conjuntos y hacerme las uñas”.

Estéfani Espín promueve iniciativa para empleabilidad de personas con discapacidad

Se considera una persona muy ordenada, en lo personal y en el trabajo. No solo doblar la ropa, sino organizarla por colores. “Me fascina. Hay que usar distintos colores, no ocupar los mismos siempre. Cada cuerpo es diferente, y saber bien qué color te estiliza más también es saber de moda”.

¿Cómo es su clóset? “No tengo un walk-in closet, es normal, ordenado, quisiera que sea por color, pero todavía no pasa”.

¿A qué influencers admira? “Hay una chica española llamada Abril Cols, que tiene un hermano con síndrome de Down (Marti). Ella ganó unos premios (los Gen Z) y dijo que cada cosa que hacía era por su hermano. Me inspiran los dos, juntos, porque ahí se ve la rica diversidad del colectivo de personas con síndrome de Down”.

Caterina tiene dos hermanas con las que se lleva muy bien. “Me encantaría que alguna de mis hermanas viaje conmigo. O las dos. Sería muy interesante saber la historia de ellas, porque yo soy la mayor. Estamos intentando que, si mi madre o mi padre no pueden alguna vez, ellas me ayuden en esto”.

Se considera una persona independiente, aunque a los 27 años siga viviendo con su familia. “Me gustaría independizarme algún día, pero en este momento estoy contenta con la familia que tengo y no la pienso cambiar”. (F)