Aunque parezca descabellado, perder el cabello es una de las nuevas secuelas que deja la variante ómicron. Así lo revelaron investigadores de universidades de Estados Unidos, México y Suecia, según publicó el portal informativo de la BBC.
En un estudio realizado a 48.000 pacientes con síntomas prolongados de COVID-19, el 25% manifestó haber perdido parte de su cabello, 58% dijo tener fatigas, 44% presentó dolor de cabeza, 27% dificultad para la atención y dificultad para respirar el 24%.
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Por su parte, Paulo Criado, coordinador del Departamento de Medicina Interna de la Sociedad Brasileña de Dermatología, quien fue entrevistado por la BBC, manifestó que los problemas emocionales y las enfermedades infecciosas o autoinmunes pueden provocar caída del cabello de varios tipos.
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Durante la entrevista, Criado explicó que es común presentar caída del cabello meses después de enfermedades infecciosas. Entre ellas, dengue, chikungunya o zika, así como después de episodios de estrés, pérdida de peso y parto.
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No solo ómicron hace que se caiga el cabello
Por otro lado, la biblioteca de Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) señala que esta caída de cabello se da en todas las cepas y no únicamente en la más reciente (ómicron). Mientras que un trabajo realizado por el portal web El Clarín reveló que varias asociaciones de Estados Unidos coinciden en que la mayoría de las personas encuestadas notan, luego de unos meses, que su cabello comienza a lucir normal.
Adrián Acuña, especialista en las alteraciones y afecciones del cabello y el cuero cabelludo, manifestó al Clarín que el estrés también genera pérdida de cabello. “Esto impide la correcta llegada de sangre al cuero cabelludo, ya que ralentiza la circulación, lo que deriva en una insuficiencia nutricional en el pelo”, refirió el especialista. (I)