Según datos de Solca, el cáncer de piel de tipo no melanoma, es decir, el de células basales y el de células escamosas, es el más común en hombres y mujeres en el mundo, y también en Ecuador; pero tal vez no causa alarma entre la población porque su letalidad es extremadamente baja. Puede presentarse en cualquier parte del cuerpo.
“Esto quiere decir que no estamos protegiéndonos adecuadamente”, dice la doctora Paola Cárdenas, dermatóloga clínica y oncológica, desarrolladora de guías de manejo en Colombia, que visitó Guayaquil por invitación de Isdin para traer una conferencia sobre los problemas causados por las radiaciones UV.
Publicidad
Ella explica el error de pensar que las pieles latinoamericanas, mestizas, oscuras o negras, al tener más melanina, están menos expuestas y no hay necesidad de tantos cuidados. “Tenemos que empezar a educar a la población. Una persona negra tiene que protegerse porque hay cierto tipo de radiación que afecta igual a todos los tipos de piel; algunos toleran mejor las quemaduras, pero las radiaciones penetran en la piel y, aunque usted no se queme o no se broncee, sí tendrá daños por la radiación solar”.
¿Cuál es la tendencia al cuidado de la piel en países tropicales?
“No hay grandes estudios que midan el uso del fotoprotector en nuestras poblaciones en Latinoamérica”, dice la doctora Paola Cárdenas, dermatóloga clínica y oncológica. “Los estudios de adherencia en fotoprotección se hacen en Estados Unidos o en Europa. Allí se han hecho sondeos en los cuales se les enseña a los pacientes cuánta cantidad de protector solar deben aplicarse; y, al tiempo, cuando vuelven a llamarlos, descubren que no están aplicándolo correctamente. La fotoprotección a nivel mundial es baja. Lo sabemos porque los índices de cáncer de piel vienen en aumento, y en poblaciones jóvenes”.
Publicidad
Los niños son especialmente sensibles, sobre todo en los primeros años de vida, porque no han desarrollado su sistema de defensas. Su piel es muy delicada, sobre todo en los primeros seis meses de vida, y se recomienda que se les ponga filtro solar, ropa con protección ultravioleta, sombreros o gorras, y que se busque la sombra.
“Desde bebés empezamos a acumular radiación en la piel”, agrega Cárdenas. Durante la niñez y adolescencia, los chicos se sienten invulnerables, rechazan que mamá o papá los persigan con el bloqueador. “A los 18 años ya hemos acumulado el 50 % del daño por la radiación solar. Nos queda el resto de la vida para protegernos del otro 50 %”. Por eso, la médica recomienda que a los niños y adolescentes se los habitúe a protegerse del daño por luz solar tal como se les enseña a cepillarse los dientes.
La protección sí hace la diferencia, considera Cárdenas. “Hay estudios en gemelos: uno que se expuso al sol sin ninguna protección y otro que se cuidaba con protector solar, y la diferencia puede ser de 10 a 20 años en la apariencia de la piel. También pasa con los conductores de taxi, que tienen la mitad de la cara y un brazo expuestos, y en las fotografías, ese lado tiene más arrugas y más pigmentación que el otro”.
En ciudades como Guayaquil, el índice de radiación ultravioleta suele estar muy alto, tal como reporta el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi). Pero aun si usted vive en una región templada o fría y nublada, tal vez piense que no está exponiéndose. “Es una creencia errónea. Estamos en un país donde los rayos inciden perpendicularmente. Ecuador, Colombia, Venezuela y Brasil tienen la mayor radiación. A eso le sumamos las fallas de la capa de ozono y la altura: entre más altura, más radiación”.
La dermatóloga indica que el 80 % de la radiación solar penetra en las nubes. “Independientemente de dónde vivamos, de si está nublado o si está lloviendo, hay un 80 % de radiación solar. Debemos protegernos”.
¿Vale la pena empezar a cuidarse recién en la edad adulta? “Claro, es el momento para evitar que acumules mayor radiación, envejecimiento y manchas en la piel. Pero lo más grave es el cáncer. No hay hasta este momento un examen para medir qué tanta radiación ha acumulado una persona”.
Ponga atención no solo a la formación de arrugas, manchas y color disparejo o aspereza, sino también a cualquier lesión nueva que aparezca en áreas expuestas crónicamente al sol: cara, cuello, manos; a pepitas traslúcidas y brillantes, granitos nuevos que aparecen de un momento a otro y que pueden sangrar. “No quiere decir que sea cáncer, pero hay que evaluarlo”.
Abecedario del melanoma
- Asimetría. Al dividir un lunar o mancha en dos partes, no son iguales.
- Bordes irregulares, como entradas y salidas.
- Color. Cuando hay más de un color en una mancha, es un signo de alarma.
- Diámetro. Un lunar o mancha con un tamaño mayor a 6 milímetros debe revisarse con cuidado.
- Evolución. Un punto que crece de un momento para otro, sangra o duele, debe ser examinado por el médico. (I)