En la provincia del Carchi fue registrada por primera vez en Ecuador la rata olalla de cola blanca (Olallamys albicaudus). Este roedor es de tamaño mediano y fácilmente distinguible entre los miembros de la familia Echimyidae por presentar pelaje largo y suave, cola con la mitad proximal marrón rojiza y la mitad terminal blanca. El hallazgo se describe en un estudio de la revista científica Mammalogy Notes.
Esta especie se consideraba endémica de la región andina de Colombia y conocida por unos pocos especímenes de museo provenientes de diez localidades confirmadas. Su registro es difícil, ya que la mayoría del tiempo pasa en los árboles.
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“En este trabajo reportamos el primer registro de O. albicaudus en territorio ecuatoriano, convirtiéndose en la observación más austral para la especie.Un ejemplar fue avistado en Quitasol, parroquia El Carmelo, provincia del Carchi, Ecuador, mientras se realizaba un recorrido habitual para monitoreo de la comunidad de anuros”, reseña el estudio.
El hábitat del registro se caracteriza por la presencia dominante de matorrales de bambú, conocidos localmente como zurales. Además, se presentan una variedad de arbustos de las familias Melastomataceae y Asteraceae.
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El biólogo Jorge Brito, que participó del estudio, dio a conocer la noticia en su perfil de Facebook: “Con el apoyo de la ciencia ciudadana, acabamos de reportar a la rata olalla de cola blanca en Ecuador. Hasta hace poco con endemismo político en Colombia. Gracias al Club ecológico Avekani por su anegado compromiso para conservar la biodiversidad de los bosques en El Carmelo. En especial a Libardo Tello Ruales y Marcelo Oliva equipo con el que preparamos este estudio”.
Olallamys albicaudus se considera un roedor raro y poco conocido, caso similar a múltiples especies de mamíferos pequeños de hábitos arborícolas. Por ejemplo, en Colombia y Ecuador, países con gran diversidad de mamíferos, numerosas especies están respaldadas por pocos especímenes de museo, señala la investigación.
Además, sus rangos de distribución geográfica están poco documentados, lo que dificulta formular programas de conservación específicos. (I)