Son pocos los lugares en la ciudad en donde a través del uso de elementos sencillos, pero al mismo tiempo fuertes visualmente, me han podido transportar mentalmente a mi infancia gastronómica. La Popular, una fritadería de pueblo, como ellos mismos se califican, reúne en su menú la mayoría de platos típicos con los que crecí en el Guayaquil de hace cuatro décadas.
Cuando era niño, salir de compras al centro con mi mamá era toda una aventura que empezaba en la esquina de Víctor Emilio Estrada y Ficus al subir al colectivo de la línea 12. Al caminar por las calles era fácil toparse con los vendedores ambulantes que ofrecían entre otras cosas piticlanes (masa semilíquida de harina, que cae por una boquilla de un cilindro metálico a una paila de aceite hirviendo que hoy llamamos churros), granizado de carretilla y limonada de balde.
Esta oferta de antojos de antaño es parte de la lista de opciones en el menú de La Popular. Pensando el clásico “refréscate varón” que gritaban los vendedores de jugos empecé con una limonada ($ 2). Luego pedí un muy bien despachado y suculento caldo de salchicha con todo ($ 4), se puede ordenar también una seca, o sea solo la salchicha. Mi recuerdo con esta preparación me lleva a la plaza en Playas, donde mi papá me sentaba en una mesa grande junto a muchos locales para desayunar.
Continué con el calentado ($ 4), este era un plato que comía especialmente donde un buen amigo del colegio, tenía una receta simple en la que mezclaba arroz blanco, menestra de fréjol y queso fresco, todo al sartén con un poquito de mantequilla, sencillo, pero delicioso. La propuesta en este caso, no cumplió. Estaba demasiado condimentada, era una masa donde fue difícil identificar sabores, además los chicharrones que traía en encina llegaron cauchosos y difíciles de comer.
Una rica experiencia fueron el pollo y la carne en palito ($ 3 c/u). Estas sí mucho mejores que las que comía los domingos a la salida del estadio Modelo (hoy Alberto Spencer) luego de ver jugar a los equipos del barrio del Astillero. Finalmente el plato estrella de la casa, la fritada ($ 6,50). De chico me escapaba del Tenis Club y caminaba hasta la picantería La Preferida (Esmeraldas y Alcedo) para comprar una porción en funda, que comía con los dedos mientras caminaba de regreso. En La Popular sirven una generosa cantidad de carne muy sabrosa con poca grasa, mote, chifles y maduro, todo en una bonita bandeja de loza. Lo único que me pareció de más fue la lechuga que le ponen encima.
Este pequeño restaurante ubicado en Guayacanes 320 y Quinta, en Urdesa, tiene una decoración muy divertida, todo haciendo relación a cosas típicas populares. Jabas de cerveza apiladas a la entrada, como se estila en un bar de pueblo; sillas tejidas con alambre de plástico de colores, como usaban los taxistas y conductores de buses hace años y hasta una carretilla empujada por una bicicleta en donde es posible también sentarse a comer. El servicio es muy bueno y aunque deben mejorar los tiempos en cocina, es una muy buena opción para un almuerzo familiar. (O)