Culmina marzo, ampliamente considerado como el mes de la mujer. Por esto, durante este periodo, he escuchado mucho sobre sus logros en el ámbito laboral. Soy un fiel creyente de que la mujer profesional tiene un rol importante, pues —cuando recién empecé a trabajar— por una de ellas conocí mi vocación al desarrollo de personas, y por otra aprendí el cómo lograrlo.

Reconozco que en mi familia hay maravillosas profesionales, artistas, emprendedoras y líderes. Y conozco mujeres que —con mucha convicción— lideran gremios, cámaras y empresas. Otras ejercen profesiones de gran impacto, como el periodismo, la tecnología, la educación y el arte. Hay las que inspiran formándose, escribiendo libros, dictando conferencias u organizando grandes eventos, y están las que, aun con tantas actividades, muestran a sus hijos la importancia de amar y ser personas con valores.

El campo de acción de las mujeres es vasto e ilimitado, pero aún nos queda trabajo para lograr consensuar una propuesta de respeto. Y aquí empezaré indicando que, en cuestión de géneros, cualquier corriente que termine en “ismo” es una deformación que requiere replantearse.

Si tengo que recomendar algo a las mujeres es que orienten su esfuerzo en influir, promover, proponer o concretar, pues tienen ese carisma tan particular de generar comunidades y alianzas con el fin de concretar un bien mayor. Y así como son el corazón de la familia, el mundo laboral las necesita por su dinámica de “ser luz”, pues son las únicas que pueden “dar a luz”.

Y, si tengo que recomendar algo para nosotros, los hombres, es que trabajemos por formar unos entornos laborales donde nuestras esposas e hijas puedan ser respetadas y valoradas por su profesionalismo y habilidades. ¡Cuánto nos encantaría verlas triunfar!

Mujer, tu papel es fundamental. Si no, ¿por qué el mismo Dios quiso vivir la experiencia de aprender y ser guiado por una mujer? (O)