No dudo en lo más mínimo sobre las buenas intenciones de quienes proponen la Ley Fintech Ecuador; lo cierto al caso es que, si me disculpan la franqueza, el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.
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No dudo en lo más mínimo sobre las buenas intenciones de quienes proponen la Ley Fintech Ecuador; lo cierto al caso es que, si me disculpan la franqueza, el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.
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