En el contexto de las relaciones afectivas los celos ocupan un lugar importante, sobre todo en el periodo inicial, cuando se está construyendo la estructura de la conexión cariñosa y todavía están configurándose los soportes de seguridad y confianza basados en la comunicación sincera y el compromiso de fortalecer los nexos de amor. No siempre la pareja está “en la misma página” en este desarrollo y pueden presentarse malentendidos, comparaciones con experiencias anteriores, renacimiento de traumas sufridos en el pasado, sentimientos de inadecuación o manifestaciones inmaduras de la propia personalidad.

Muchas veces la relación de pareja empieza sobre los escombros de la relación anterior de uno de sus miembros. Si el otro miembro es celoso, a este le costará tiempo y esfuerzo aceptar que todos tenemos un pasado, que quedará más atrás en la medida en que construyamos un presente favorable.

Pero no todos manejamos positivamente esta situación. Existen factores agravantes, como el pensamiento todo-o-nada (la atención de su pareja debe estar centrada solo en él o terminará en un total fracaso); pensamientos catastróficos (temer que cualquier interacción de su pareja con otra persona terminará en el colapso de la relación); pensamientos “mágicos”, asumir que su pareja está pensando en otra persona (sin ninguna evidencia), o actuar posesivamente.

En esta clase de escenario emocional existe una relación funesta con el consumo de alcohol o drogas, ya que su influencia en la mente del individuo oscurecerá aún más su razonamiento, haciendo más probable que se produzca una reacción desafortunada. La persona celosa sufre perennemente de ansiedad y mantiene pensamientos obsesivos sobre la potencial infidelidad de su pareja, muchas veces en silencio y con vergüenza.

En otras ocasiones exteriorizará su inseguridad creando conflictos con su pareja, en privado y en público. Su salud mental puede deteriorarse por la acumulación de ansiedad, incluyendo la presentación de síntomas físicos debido al continuo estrés. Los celos no resueltos pueden volverse patológicos, incontrolables, sobre todo en presencia de factores desencadenantes como la cercanía de determinadas personas, la interacción social espontánea, el consumo exagerado de alcohol. Es aconsejable buscar ayuda profesional desde las primeras etapas de esta condición: las demostraciones de continua desconfianza en la fidelidad de la pareja empobrecen la calidad de la relación y debilitan su sostenibilidad. (O)