Janina Duszejko es una mujer mayor, solitaria y con achaques. En su juventud ejerció de ingeniera constructora de puentes, pero enfermó y luego se dedicó a ser profesora, oficio del que la jubilaron pronto. El recorte de puestos y la presión de gente más joven por conseguir un trabajo, contribuyeron a que rápido la hicieran a un lado. Ahora vive en una zona montañosa y helada de Polonia, cerca de la frontera con Chequia, en la que cuida las casas de verano que alguna gente de la ciudad posee ahí. Es apasionada de la astrología y de hacer horóscopos.

A sus vecinos y conocidos no los llama por sus nombres, sino por la impresión que le causan al conocerlos. Así, por ejemplo, a uno lo bautizó como Pandedios; a otra, como Buena Nueva; a un tercero, como Pie Grande. A una escritora la llama Cenicienta, etcétera. Es vegetariana, feminista, ecologista y tiene unas perras, a las que nombra “mis chicas”, que un día desaparecen misteriosamente. A su carro lo llama el samurai.

Ella es la protagonista del libro Sobre los huesos de los muertos, de la escritora polaca Olga Tokarczuk, Premio Nobel de Literatura 2018, galardón que le fue entregado en 2019.

Portada del libro 'Sobre los huesos de los muertos', de la escritora Olga Tokarczuk. Foto cortesía

Se trata de una novela negra, de corte ecologista, que promueve reflexiones sobre el cuidado de los animales y la naturaleza en general, sobre la justicia y la injusticia y sobre los límites del accionar humano, así como de la amistad y de la ética. También toca el tema de la soledad y de los afectos. Hay en esta obra una cierta visión de género sobre la naturaleza, lo que lleva a pensar en un ecofeminismo.

A Janina, de quien se sabe es profesora jubilada, la convidan a dar clases de inglés a los niños de la escuela del lugar, lo que acepta con agrado. Dionisi, un antiguo alumno suyo, se convierte en uno de sus amigos entrañables, al que la une su pasión por el escritor británico William Blake, a quien leen y traducen.

La existencia podría ir bien en este gélido entorno montañoso y retirado en el que la protagonista habita, entregada al estudio de la astrología, si no fuera por las muertes que empiezan a suceder: primero fue la de Pie Grande, después la del comandante de la Policía, la del millonario Mondongón y la del sacerdote. Finalmente, la del presidente, luego de la fiesta del Club de Recogedores de Setas. Las víctimas son hombres, cazadores de animales a pesar de las prohibiciones que rigen. Son, asimismo, depredadores del bosque.

Pandedios da la voz de alerta a Janina de la muerte de Pie Grande. Ambos son los primeros en llegar y ver el cadáver de este vecino, que en vida se comportaba de forma un tanto desagradable. Al parecer, se atragantó con un hueso de corzo. Janina opina que es la venganza de los animales. Que los corzos están ajustando cuentas con su verdugo.

Sesión del Club de Lectura, del MAAC, donde se analizó el texto de 'Sobre los huesos de los muertos'. Fotos cortesía

La policía empieza la investigación. Enseguida sucede otra muerte. Y luego, otra. Los habitantes se horrorizan. Janina, mientras tanto, continúa con su hipótesis de la venganza de los animales y escribe cartas a la policía, denunciando, pero nadie toma en serio su idea, porque proviene de una mujer vieja, que algunos consideran histérica o loca. ¿Sucedería lo mismo si quien opinara fuera un hombre, se preguntaba ella?

La novela no se enfoca en presentar a buenos contra malos, a mujeres contra hombres, o viceversa, sino en mostrar al ser humano y a la sociedad con sus contradicciones, excesos y omisiones. La obra se estructura por capítulos, que se abren con citas de William Blake. Incluso el título proviene de un verso de aquel poeta. Hay abundantes juegos intertextuales, una de las riquezas de esta pieza literaria de Tokarczuk.

Está narrada en primera persona, por Janina, la protagonista, quien no edulcora nada. Cuenta todo sin filtros: desde sus sueños, hasta sus nostalgias, desde sus amores, hasta sus soledades y sus rabias. Se nos hace una narradora confiable. Pero, en realidad, su relato tiene ciertas trampas, lo que contribuye a que solo hacia el final nos enteremos de quién mató a todos.

El lector sale de esta obra un tanto conturbado y preguntándose si como se resuelve es lo justo y lo correcto. ¿Vale tomarse la justicia por mano propia ante el fracaso o la desidia de las instituciones y de las autoridades? El libro muestra el peligro de los extremismos y lanza una crítica fuerte al sistema. A la par, incentiva el debate sobre temas tan actuales como sensibles. (O)