Hace poco mantuve un diálogo con las hermanas Livina y Marcela Santos. Ambas, narradoras guayaquileñas, nacidas a finales de la década del 50. Entre una y otra, solo hay un año de diferencia de edad. Me resultó entrañable la conversación con las dos autoras, en la que repasamos sus historias de vida y de escritura. Livina incursionó en la literatura desde muy joven y luego hizo un prolongado silencio narrativo. Marcela, por su parte, ha comenzado a escribir en su etapa adulta.