Muchos hemos experimentado alguna vez ese sentimiento de falta de energía o pérdida del interés por algo que antes nos importaba, apatía, deseos de estar solos. Otros, en un mayor nivel, hemos sentido tristeza, abandono, cambios en el patrón de dormir o comer, ansiedad, desesperanza.

En menor porcentaje, pero más peligrosamente, algunos hemos pensado en que no podemos vivir con esta sensación perenne de incapacidad para manejar nuestra vida, que la consideramos vacía, sin propósito, y que tal vez la única forma de liberarnos de este tormento sería escapando de ella. Son algunas de las manifestaciones de la depresión, el trastorno emocional más conocido y prevalente.

Conservadoramente se estima que del 15 al 20 % de la población mundial sufre de este mal, presentándose en algunos casos desde los 3 años de edad, haciendo pico entre los 18 y los 29 años (21 %). Puede estar presente toda la vida.

Cuando se manifiesta dentro de un matrimonio, la depresión va a exigirle a la pareja mucha fortaleza, objetividad y empatía. Deben considerarlo como un problema que les incumbe a ambos, y cada uno debe hacerse cargo del papel que le va a tocar desempeñar. Va sin decirlo, pero el amor enfrentará su desafío más grande. El cónyuge no depresivo debe apoyar a su pareja a seguir el tratamiento profesionalmente delineado, darle apoyo y compañía, incluyendo preguntarle cómo se sentiría más cómodo en la realización de las rutinas de la vida cotidiana.

Hay que tener presente qué clase de temas de conversación son positivos, y evitar los negativos. El tema de la intimidad, tratarlo con mucho sentido común y delicadeza. No esperar a que actúe de una manera “normal” cuando no se sienta bien (como exigirle asistir a un evento social al que no desea ir), y ayudarlo en tareas que antes realizaba con facilidad y ahora no. Tampoco se sugiere que se convierta en su terapeuta (ver al otro como a alguien incompleto o discapacitado). Hay que mantener el respeto y estimular el amor propio.

La ayuda profesional, individual y matrimonial, incluyendo la farmacología, ofrece mucha esperanza de recuperación. El porcentaje de que el matrimonio sobreviva está por encima del 90 % cuando la pareja enfrenta la depresión creando un solo frente. (O)