La novela Los Sangurimas está de aniversario. Este 2024 cumple 90 años de publicada. Volver a leer esta obra cumbre del escritor guayaquileño José de la Cuadra me ha resultado atrayente, por decirlo de algún modo. Reparé en detalles que no recordaba o que había pasado por alto, y que ahora me han resonado, como, por ejemplo, el papel de la madre de Nicasio Sangurima, que es la fundadora de La Hondura, el latifundio donde se desarrolla esta historia familiar montuvia, con matices míticos, bella y a la vez profundamente dolorosa y violenta.

La trama se edifica a través de lo que narra el propio Nicasio Sangurima, en primera persona, y de lo que se cuenta, de lo que dicen que dicen de él. O expresado de otro modo, mediante el recurso del rumor. Al lector le corresponde reconstruir los fragmentos e hilvanar las narraciones en esta novela breve, que se desarrolla en la costa ecuatoriana. Es el lector quien decide si creer en la palabra de don Nicasio, según la cual siempre él obra de manera correcta; o en lo que se cuenta de él y su familia y de este universo rural de ficción, en el que la violencia, el incesto, el contraste civilización-barbarie están muy presentes.

'Los Sangurimas' de José de la Cuadra

Se piensa en esta novela como una obra patriarcal y lo es. Los personajes femeninos sufren la violencia y el escarnio, incluso ocurre la violación y asesinato de una mujer de la familia Sangurima, un crimen realmente atroz; pero algunos tienen un margen de agenciamiento. Es el caso de la joven que deviene en madre de Nicasio Sangurima.

El gringo que seduce a la muchacha campesina y la embaraza, es asesinado por el hermano de esta. Ella se queda callada y una vez que alumbra al hijo, mata al hermano, vengando la muerte del gringo. Huye con el recién nacido. En un lugar recóndito, construye con sus propias manos una covacha de caña y forma una chacra con la cual ella y el hijo se alimentan. Ahí viven solos por años y luego llega otra gente. Cuando le preguntan que de quién es esa posesión, ella responde: “Mía, pues; ¿no ve? ¿no está viendo? Desde aquí hasta allá, hasta más allá” (…) “Si quiere, viva no más. No me opongo. Pero, ya sabe, tiene que pagarme arriendo. En cosecha o como quiera. Pero tiene que pagarme”.

Es el inicio de La Hondura, hacienda que luego hereda su hijo Nicasio Sangurima, quien se convierte en el patriarca del lugar, hombre del que se cuentan historias truculentas, como que tiene pacto con el Diablo o que habla con los muertos y que es padre de muchísimos hijos. No obstante, en la novela aparecen como personajes Ventura, Eufrasio, Francisco y Terencio.

'Los Sangurimas', representada en el Festival de Teatro de Manta, en 2021.

Don Nicasio lleva el apellido de la madre, aunque se enorgullece de ser hijo de gringo. De igual forma, los Rugeles, hijos del coronel Eufrasio Sangurima, no son conocidos por el apellido paterno, sino por el de la madre. Son dos casos de fuerte presencia femenina, de algún modo fundacional. La figura materna, por tanto, es clave en esta historia patriarcal. Es una imagen poderosa y mitificada. Nicasio sublima el recuerdo de su madre, pero denuesta a otras mujeres, incluidas sus propias nietas, pues ante la violación y el asesinato de una de estas, prefiere proteger a los culpables: los Rugeles, también sus nietos, y endilgar la culpa al padre de la muchacha, su hijo Ventura: “Ya ves. Vos tienes la culpa. Por no cuidar a tus hijas”. ¿El código moral de la época?

Recomiendo Los Sangurimas. Hay tantas aristas por comentar y analizar de este clásico ecuatoriano, que, según opinión de algunos teóricos, es precursor de Cien años de soledad, obra de renombre universal escrita por Gabriel García Márquez. Entre los Sangurima y los Buendía hay un aire de familia, pues tienen muchos puntos en común. (O)