A primera vista podría pensarse que se trata de un niño frágil, que necesita perenne atención y que controla su entorno a base de sus emociones. Pero es todo lo contrario: el niño de vidrio es aquel que, por tener uno o más hermanos en condiciones precarias de salud física o mental crónicas, vive su vida de manera casi desapercibida por sus padres, quienes deben entregarse por entero al cuidado del hijo de alta necesidad.
El niño de vidrio siente como si él y sus problemas fueran transparentes, “invisibles”, para sus padres. Este término no significa una condición mental o un diagnóstico médico, más bien es utilizado para describir las particularidades de la vida de un niño que debe ajustarse a vivir en un ambiente familiar en el que no se siente protagonista ni individualizado, con necesidades que desde temprano aprende a no esperar que se solucionen, porque siempre hay un evento más importante o más urgente en el que todos deben colaborar.
Viviendo esta realidad, el niño de vidrio trata siempre de no ser él la causa de un problema para su familia, exigiéndose mucho en sus obligaciones escolares, atendiéndose él mismo en lo posible en sus necesidades personales, ayudando en lo que le pidan para apoyar al hermano de alta necesidad.
Su vida social puede limitarse severamente, pudiendo llegar a depender mucho de las redes sociales (con poco o nada de control parental). Es vulnerable a reacciones ansiosas o depresivas, sentimientos de culpa y resentimiento, especialmente al llegar a la adolescencia, cuando su propia naturaleza le exija más espacio y tenga que enfrentarse a un conflicto emocional cada vez que tenga que tomar una decisión entre sus obligaciones, sus impulsos naturales y la presión de sus pares.
Al llegar a la adultez, el niño de vidrio puede continuar en el papel de sentirse secundario y desarrollar una actitud social subordinada, sin importancia, sin poder establecer límites y actuar a base de influencias e imposiciones externas que no aprendió a cuestionar.
Es por esto que los padres, desde el comienzo, deben establecer un diálogo con el niño, explicarle las circunstancias especiales que todos deben vivir y separar un momento, periódicamente, para comentar sobre la realidad que todos viven, enfatizando los requerimientos de este niño y su pronta solución. (O)