Probablemente, la depresión en el hombre es uno de los desarreglos mentales más subestimados en la sociedad moderna. Su efecto central es modificar la forma en que manejamos nuestra vida, haciéndonos actuar con temor, indecisión, tristeza, quitándonos la motivación y el optimismo, incluso en temas que antes disfrutábamos naturalmente y con derecho.
Es una afectación fácil de enmascarar, sobre todo en sus inicios, y por esta razón pasa casi desapercibida en el entorno de quien la sufre. Muchas veces es negada por él mismo hasta que se producen evidencias irrefutables, con daños perceptibles. Las estadísticas mundiales indican que arriba del 10 % de los hombres padece de este mal en un nivel diagnosticable.
En este escenario la probabilidad de suicidio es de tres a cuatro veces superior a la de una mujer deprimida, y no es que ella sea menos vulnerable (de hecho es al revés), sino que ella busca ayuda desde el comienzo. El hombre, en cambio, piensa que la depresión es motivo de vergüenza o la considera un estigma social y más bien busca aislarse (el 40 % no lo comunica a nadie) o escapar a través del alcohol o drogas, lo que agrava seriamente el problema, por ser esta una mezcla potencialmente letal.
La depresión no tiene un origen definido, lo más probable es que sea una suma de factores genéticos (viene “en familias”), crianza con abusos, bullying escolar, trauma, entre otros. Esta predisposición puede convertirse en depresión declarada al ocurrir un evento emocionalmente desencadenante en su trabajo, su familia, su salud o sus finanzas.
Al inicio, el hombre afectado no reconoce el componente emocional de la depresión, sino la parte física (fatiga, apatía, pérdida de peso, entre las más frecuentes) y por lo general no le da mucha importancia. Las manifestaciones externas son variadas (irritabilidad, frustración, tristeza, sentimientos de culpa), comportamientos que deben ser interpretados sensatamente por su entorno familiar y buscar pronta ayuda terapéutica de orden psicológico y psiquiátrico.
El tratamiento profesional no es a corto plazo e impondrá importantes limitaciones en su vida, sobre todo al comienzo, cuando deba combinar la psicoterapia con la farmacoterapia. (O)