Es innegable que nuestra vida en general, y nuestra vida social en particular, ha sufrido serios cambios a partir de la pandemia. Aun después del levantamiento de las restricciones más agudas, hemos optado por continuar limitando la proximidad física con nuestro entorno, complementando dicha interacción mediante el uso de las redes sociales. Es muy posible que este nuevo formato social persista por largo tiempo, sobre todo en los adultos, ya que nos ofrece la sensación de seguridad y protección sin restarle calidad al significado de la amistad. Los eslabones de esta cadena ya están firmemente establecidos y el mantenimiento que requiere (la llamada ocasional, las reuniones realizadas con prudencia) no exigen gran esfuerzo.