Una tarde de enero, Zoë Kravitz estaba en un restaurante de sushi, pero sus pensamientos estaban a casi 5000 kilómetros de distancia y más o menos diez años en el futuro. En concreto, estaba pensando en el chico que le vendía “algo importante”. Llegaba con su producto oculto en el estuche de una guitarra.
Tenía menos de 25 años y trabajaba de vez en cuando. Era otra habitante de Brooklyn, inteligente y joven, con tiempo en sus manos, y una predisposición a pensar de más. Sin saberlo, también estaba haciendo labor de investigación para su primer papel protagónico, en la serie de Hulu High Fidelity, basada en la novela de Nick Hornby.

Kravitz interpreta a la propietaria de una tienda de discos en Brooklyn cuya vida –incluyendo el aspecto amoroso– no está avanzando en ninguna dirección. “Hice muchas cosas tontas y quizá era una persona muy difícil con la cual entablar una relación. Pero creo que cualquier joven de 21, 22 o 23 lo es”, comentó.
Parece que Kravitz, de 31 años, siempre fue famosa –eso se logra con una presencia indeleble en pantalla y padres icónicos– pero durante años estuvo en la periferia de la acción, interpretando a personajes de reparto atormentados en filmes épicos como Mad Max: Fury Road y la saga de Divergente. Sin embargo, eso está a punto de cambiar.

Pronto irá a Londres para comenzar a filmar su papel cinematográfico más importante hasta la fecha, Selina Kyle –mejor conocida como Gatúbela– en The Batman, del director Matt Reeves. Robert Pattinson interpreta al caballero de la noche, Colin Farrell es el Pingüino, y, al verdadero estilo de la estrella de una adaptación de un cómic, Kravitz dijo que no podía revelar gran cosa, excepto que jamás imaginó ser la protagonista de una película de este nivel. “De verdad creí que me dedicaría al teatro y a las películas independientes”, comentó. “Eso me gustaba cuando era joven. Además, creí que para eso estaba hecha. No veía a mucha gente que luce como yo en las grandes películas”.

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Saliendo del anonimato
Mucho cambió desde entonces, para Kravitz en lo personal y en la industria como un todo. Durante dos temporadas, en Big Little Lies, Kravitz interpretó a Bonnie Carlson, la instructora de yoga y esposa del apuesto ex del personaje de Reese Witherspoon. En medio de un reparto de celebridades que se dan con todo –atacándose verbalmente, a veces destrozando habitaciones, literalmente– ella fue una isla de reserva cautelosa, y sus ojos insinúan profundidades dolorosas.

En las primeras temporadas, Bonnie parecía flotar en la periferia de la historia. En la segunda temporada, le dieron una narrativa de verdad, la cual le exigió que se sentara al lado de su madre, que estaba en coma en una sala de hospital y que pocos de los otros personajes llegaron a visitar. Los críticos y los espectadores se dieron cuenta: la serie fue criticada por su falta aparente de interés en la vida interior de Bonnie.
Kravitz dijo que se había sentido atraída al papel de Bonnie –que es blanca en la novela de Liane Moriarty en la que se basa la serie– porque era una oportunidad de trabajar con el director Jean-Marc Valleé y con un “reparto de ensueño” conformado por Witherspoon, Nicole Kidman, Laura Dern y Shailene Woodley, con quien hizo tres películas de Divergente y con la que prácticamente había crecido. Cuando leyó el guion, dijo Kravitz, “me pareció que era muy fresco y necesario, y como si estuviera llenando algún tipo de vacío creativo que no sabía que tenía”.

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Zoë Kravitz es productora ejecutiva de High Fidelity, así como su protagonista, y la serie –graciosa, mordaz y muy personal– parece fruto de su sensibilidad. La actriz, que asistió a la preparatoria en Nueva York y tiene recuerdos preciados, dijo que desde hace mucho había sido fanática del libro y particularmente de la versión fílmica de Stephen Frears del año 2000, protagonizada por John Cusack como Rob y Lisa Bonet como una cantante con quien se recupera de una relación anterior.

La actriz de 31 años se unirá a Colin Farrell y Robert Pattinson en la cinta The Batman, dirigida por Matt Reeves. Su estreno será en 2021.

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“Por algún motivo High Fidelity era una de las pocas piezas de arte en las que habían participado mis padres que de verdad pude ver como algo aparte. Es algo raro, porque puede ser muy incómodo y extraño ver que tu mamá besa a John Cusack y todo eso, pero se convirtió en una película que me encantó, que veía a menudo y que podía citar”.

En el primer guion, el personaje principal vivía en Los Ángeles y habría trabajado en una estación de radio. Kravitz propuso mudar la historia a Nueva York y a una tienda de discos polvorienta en un sótano. Esas decisiones, dijo, ayudaron a determinar otros aspectos de la serie, como ambientar la historia en Crown Heights, una parte de Brooklyn. Los empleados de la tienda de discos ahora son dos mujeres negras (Rob, el personaje de Kravitz, y Da’Vine Joy Randolph de Mi nombre es Dolemite) y un hombre gai tímido (David Holmes). Cuando Rob repasa las cinco relaciones que le rompieron el corazón durante una escena en retrospectiva, la lista incluye a mujeres y a hombres. Solo querían un reparto que luciera auténtico.

“Si esa serie estuviera ambientada en Iowa o algo así, me parecería bien, pero se suponía que vivían en Brooklyn. Hay personas negras por todas partes. Es inevitable. Lo mismo pasa con Woody Allen. ¿Por qué no hay negros en sus películas? Es imposible. Están por todas partes. Estamos por todas partes. Lo siento, pero estamos por todos lados”.

Kravitz reconoció que quizá haya una resistencia reflexiva en torno a la idea de una versión de High Fidelity en la que se cambian los géneros de los personajes, como sucede en cualquier proyecto donde se opta por hacer eso, entre cierto tipo de espectadores. “Creo que muchos hombres blancos que se identificaron con el libro creen que les pertenece y están listos para atacarnos, y tendrán problemas para verla desde otra óptica. Pero creo que, si superan ese detalle, verán que de hecho honramos el material original, según yo”.

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Este tipo de conversación es una buena práctica: Kravitz va a trasladarse a Londres para filmar una película en la que interpreta a un personaje icónico de los cómics, y está consciente de que cualquier lazo que los fanáticos de High Fidelity tengan con una idea específica de Rob Gordon no se compara con el sentimiento de pertenencia que sienten los ñoños de la actualidad respecto de Batman. “Mientras yo no permita que se conviertan en un obstáculo para lo que debo hacer a fin de encontrar a este personaje y volverlo mío, de modo que sea lo más auténtico posible, les doy la bienvenida a todos los fanáticos y sus opiniones, así como el amor que sienten por este universo”, dijo, con una sonrisa diplomática. Fuente: NYT