En 1807 Portugal era un país aliado de Gran Bretaña en contra de Francia (ya gobernada por Napoleón Bonaparte) y de España (regida por Carlos IV, pero aliada con los franceses). En virtud de la alianza franco-española, Napoleón I llegó a un acuerdo con el favorito de los reyes de España, Manuel Godoy, para que tropas francesas invadieran Portugal transitando por territorio español; a cambio de ello, se otorgarían territorios portugueses a España. Este plan era en realidad una ejecución del Tratado de Tilsit celebrado en julio de 1807 entre Francia y Rusia, por el cual Napoleón Bonaparte disponía su voluntad de extinguir las dinastías de Borbón en España y de Braganza en Portugal, imponiendo a ambos países monarcas de la familia de Napoleón. En ejecución de la “alianza franco-española” pactada entre Godoy y Napoleón, Francia reclamaba que Portugal se adhiriese al Bloqueo Continental ordenado por Napoleón Bonaparte (suprimiendo todo comercio con los británicos) y declarar la guerra a Gran Bretaña, arrestando a sus súbditos domiciliados en suelo portugués.