“Persistimos en esta obra de teatro que tiene que ver con las tradiciones muy particulares nuestras de los guayaquileños, donde el rito funerario, a pesar de las salas de velaciones, aún conserva algunos elementos de la cultura popular. Es una obra que retoma estos rituales fortaleciendo el rito social. Tratamos de recuperar cómo funciona una sociedad y las dinámicas que se generan alrededor de uno de los eventos más importantes cuando se trata de despedir a alguien y todos los pasos simbólicos que determinan en él una festividad”. Son palabras de Luis Enrique Mueckay Arcos, más conocido en el mundo teatrero como Lucho Mueckay, a propósito de Crónica de luto cerrado (bueno, no tan cerrado) que, en una nueva versión, retoma la historia llevada a las tablas en 1993, cinco años después de haber fundado el Centro Cultural Sarao en Guayaquil.