“Los Prisioneros ya no existen, tampoco van a existir más”, dice Claudio Narea, quien fue guitarrista de esa agrupación chilena entre 1983-2002 y luego en una segunda etapa con el baterista Miguel Tapia, de 2009 a 2020.

La primera vez que Narea estuvo en Guayaquil fue en 1987. Tenía 22 años. Vino para una serie de presentaciones de Los Prisioneros. Ahora, a los 57, regresa con su propia banda, pero trayendo de vuelta temas de su antigua agrupación, en las que ahora él tiene la voz principal (en el grupo original, este era el rol de Jorge González, ahora retirado de la música).

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El grupo, conformado por Jorge González (voz, bajo y teclado), Claudio Narea (guitarra, teclado y voz) y Miguel Tapia (batería y voz) tocó de nuevo en Ecuador en 2003, en Quito y en Guayaquil, según registró entonces Diario EL UNIVERSO, y en esta ciudad se presentaron en el coliseo Voltaire Paladines Polo.

De esa alineación, solo Narea estará en los conciertos que serán el próximo viernes 7 de julio a las 20:00 en el Arena Park (vía Samborondón, kilómetro 14), con dos localidades ($ 49 y $ 65, en TicketShow). El sábado 8 de julio a las 20:00 será en Cumbapark, en Quito. Las entradas ($ 30 y $ 50) están a la venta en Buenplan.com.ec.

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¿Estos conciertos son la única posibilidad que tenemos de volver a escuchar música de Los Prisioneros?

Efectivamente, lo que estás diciendo. Digamos que tuvimos la oportunidad de juntarnos, y eso fue hace 20 años, pero esa fue la última vez que tocamos juntos. Después estuve tocando con (el baterista) Miguel Tapia como diez años, hasta hasta el 2020, pero hoy ninguno se está reuniendo. Las circunstancias de la separación de Miguel me dejan en claro que no voy a volver a tocar con él nunca más, y Jorge está retirado en su casa. No hay un plan de juntarnos.

¿Qué recuerdos tiene de los conciertos en Ecuador?

Recuerdo haber estado en Guayaquil en el 87. En el 2003 estuve en Quito solamente. La ciudad me impresionó porque llegué tipo 4 de la mañana y cuando desperté, había perdido la voz por completo. ¿El calor, la humedad, el clima muy distinto al de Santiago? Supongo que eso fue lo que pasó. Sí tengo más recuerdos. No sé si existe todavía la ley de que a los artistas extranjeros se los obliga a hacer alguna actividad social, y nos pareció muy bien. Fuimos a tocar a un colegio de niñas, incluso tengo fotos de eso. Y las iguanas, por qué no decirlo, todo eso fue nuevo (acá no hay iguanas).

Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea, músicos fundadores de Los Prisioneros.

¿Con quiénes viene ahora, cómo está conformada la banda?

Los Prisioneros no existen hace mucho tiempo, mi última presentación con ellos (sus excompañeros) fue en el año 2003, o sea, hace 20 años. Después, en 2009 invité a Miguel Tapia (baterista) a cantar conmigo, se amplificó la noticia y empezaron a llover invitaciones de distintos lados. Fue muy casual la forma de revivir el repertorio. Yo nunca había cantado estas canciones, yo tocaba la guitarra, a veces teclado, pero nunca había tenido que aprender las letras de las canciones.

Estuvimos hasta 2020 tocando juntos, y dejamos de hacerlo después de la pandemia. Estoy tocando solo, un gran repertorio de Los Prisioneros en el que a veces meto también mis canciones como solista y también las de Profetas y Frenéticos, otra banda que tuve. Fuimos en abril (de este año) por tres semanas a Estados Unidos. Tenemos una gira en agosto en Canadá. Vamos a Europa en octubre y en septiembre vamos a Colombia. Acabo de llegar de Perú.

¿Para quiénes suena la música de Los Prisioneros ahora?

Estamos haciendo música para un público que a veces tiene mi edad y a veces es muy joven; van muchos niños a nuestros conciertos. Quieren ver a Los Prisioneros, pero obviamente, no somos. Mi banda la conforman chicos más jóvenes que yo y que son muy buenos músicos también. Cuando llegue los voy a presentar.

Los Prisioneros podrían ser un grupo del recuerdo, nostalgia pura, y no, no es así porque tendríamos que tocar para pura gente de nuestra edad, y tocamos para gente joven, de veintitantos, 18, 15, 10 años. Algo que yo no había ni soñado. Nunca pienso en esas cosas: me gustaría tocar para tal público, me gustaría viajar a Estados Unidos. Jamás pensé que iba a tocar en Estados Unidos durante tres semanas. Me parece loquísimo lo que está pasando; antes hice una gira con Los Prisioneros en EE. UU. y toqué seis veces (shows) y ahora (con el nuevo grupo) toqué once, y voy a volver en noviembre. Están pasando cosas que nunca soñé, estoy sorprendido con el cariño de la gente.

El rock no es música del recuerdo.

Yo creo eso. Ahora la música que suena por todos lados es distinta. (El trap, el reguetón) no logran convencerme como producto artístico. Yo a veces consideraba que la música popular de los años 80 era mala, pero en realidad había cosas interesantes. Hoy cuesta encontrar esas cosas interesantes, que las hay también, por ejemplo acá en casa tenemos a Rosalía, muy buena artista.

–En este punto, la pequeña hija de Narea, Alma, indica que sí, que en su casa tienen el vinilo y el CD, y los muestra, como buena fan de la cantautora española. El músico agrega que sí hay casos de calidad en la música urbana, y menciona al rapero y cantante español C. Tangana. “Nathy Peluso (cantante y compositora argentina que fusiona hip hop, soul, trap, jazz, rap, salsa y swing) también tiene cosas interesantes”–.

Narea observa que los artistas hoy están más preocupados por cómo se ven y de la aprobación virtuales (los likes), más que del atractivo de su música. “Que existan jóvenes de 15 o de 10 años que quieran escuchar a Los Prisioneros me parece asombroso, me parece que son mucho más despiertos que los que se dejan llevar. Cuando uno ha escuchado harta música puede distinguir si un trabajo está bien”.

¿En qué es diferente Claudio del joven de 22 años que vino a Guayaquil en el 87?

Yo creo que he cambiado poco. Estoy como más responsable con los míos. Nunca fui irresponsable, pero ahora estoy más responsable todavía. Tengo cinco hijos (el mayor tiene 36). Los dos mayores, aparte de otras cosas, hacen música, Los Psiconautas. Alma, mi hija que está acá al lado, ya se ha subido a cantar conmigo al escenario. De alguna forma la música empieza a ser natural.

Pero es también un trabajo, fue impulsor de la Asociación de Trabajadores del Rock

Yo no la inventé, sufrimos mucho los que estuvimos ahí metidos, pero creo que sí, es un trabajo, pero uno muy dispar de un músico a otro. Más placentero para los más famosos, en cambio, para los que están empezando o a los que nunca les ha ido muy bien… Pero que te vaya bien en términos de éxito o de dinero es una parte, y no significa mucho a la hora de medir el trabajo artístico. Hay gente que es muy talentosa y que nunca recibe un reconocimiento. Estoy lleno de discos de gente a la cual le fue mal y a mí me parece increíble.

Además es fundador de las Escuelas del Rock.

Las escuelas nacieron a partir de la Asociación de Trabajadores del Rock. Hace unos 30 años estaba en eso, duré poco tiempo. Pero seguí haciendo charlas sobre la historia de la música, que me apasiona. Puedo hablar por horas. Cuando empecé a conocer músicos a los que les iba bien, me daba cuenta de que tenían acceso a conocimiento, habían estudiado o tenían muchos discos o libros. Te podría decir que siempre es así. En cambio, músicos que están empezando o andan muy perdidos, haciendo versiones malas, no conocían mucha música. Yo no soy profesor, pero les contaba historias, les mostraba música que probablemente nunca habían escuchado. Creo que la principal falla de los músicos es que tienen muy pocas referencias musicales. No creo que sea un buen camino. (E)