La banda norteamericana Portugal. The Man, liderada por el vocalista y guitarrista John Gourley, publicó su álbum debut en 2006 y no fue hasta su disco Woodstock (2017) que encontró éxito y reconocimiento mundial gracias al sencillo Feel It Still, que ganó un premio Grammy ese año, y sigue manteniéndose vigente en plataformas y tendencias por su contagiosa melodía.

En una conversación exclusiva con este Diario, Gourley se mostró entusiasmado al saber que su música ha alcanzado lugares inimaginables, siendo Ecuador uno de ellos. Habló sobre cómo fue crecer en su natal Alaska, pasar de ser una banda telonera de festivales a encabezar los carteles más importantes de esos eventos, su más reciente trabajo de estudio, Shish, y cómo la música lo ha influenciado a ejercer labor social y activismo.

¿Por qué una banda estadounidense elige llamarse Portugal. The Man?

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J.: En Alaska no teníamos muchos vecinos, era un lugar bastante aislado, entonces no había mucho que hacer. Mi padre una vez trajo una enciclopedia donde había un mapa; eso llamó mi atención y pasé mucho tiempo leyéndola. Me parecía fascinante cómo podía saber de otros lugares del mundo y de otras personas que estaban muy lejos por medio de algo tan sencillo como un libro.

Recuerdo haber visto que Portugal estaba al otro extremo de Alaska y cuando inicié el proyecto decidí que eso fuera parte de su identidad. Y ‘The Man’, bueno, un país representa a un individuo cuando hablamos de todo el mundo, como esto se inició como una idea de solista, debía resaltarlo.

Después de casi dos décadas de trayectoria, ¿cuál ha sido la lección más valiosa que has aprendido?

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J.: La honestidad. Creo que por eso la música pop tiene éxito. No sé si esto es una cuestión muy estadounidense, pero la gente piensa que el pop es algo falso… No hay nada más falso que eso. Esos artistas que tienen éxito son reales porque trabajan para lograr sus objetivos. Yo creo en lo que cantan. Creo en Sabrina Carpenter, creo en Olivia Rodrigo, les creo cada canción y sé que han trabajado mucho para llegar donde están.

Ser honesto es vital para la música. No escribes una canción pensando que no quieres que funcione o que no le vaya bien. Lo haces pensando en la pasión que tienes por el arte. Eso es real.

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¿Cómo se sintió esa transición de ser una banda local a un fenómeno global?

J.: Todavía no sé cómo explicarlo. Puedo decir que cuando hice Feel It Still no pensé que terminaría siendo tan exitosa. Tuve esa canción guardada como cinco años… Hay algo que considero muy importante y es mostrarles mi música a más personas antes de grabarla o publicarla, así que eso hice.

Luego de un año de haber sido publicada y de todas sus repercusiones, alguien a quien le había enseñado la canción antes se me acercó y me dijo: “¿Recuerdas que te había dicho que esa canción no funcionaría?”. Que esa persona haya tenido la humildad de reconocer su error me puso muy contento, porque en esta industria no siempre encuentras gente humilde.

Pese a todo, es muy gracioso, porque pasamos de ser una banda que tenía más de cien canciones a mostrarnos al público como si tuviéramos solo una. Nadie quería escuchar las demás, solo ese gran hit (entre risas). Antes tocábamos sets de más de 20 canciones y ahora la gente quería escuchar solo una. Esa canción borró todo lo que había pasado antes.

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Creo que por eso pusimos mucho empeño en Shish, queríamos un disco honesto, que nos vuelva a mostrar como una banda y no como los intérpretes de un solo éxito.

¿De dónde viene el nombre de este nuevo álbum?

J.: Shish es una isla en el noroeste de Alaska. Está entre Alaska y Rusia. Mientras hago turismo, me gusta mucho conocer gente nativa de los lugares. En zonas como esta, me gusta conversar con los indígenas sobre sus maneras de representar su cultura e identidad. Cuando estuve en Shish no hallaba esta conexión hasta que decidí adentrarme más y pude encontrarme con algunas personas que fueron inspiración para este trabajo.

Esto siempre ha sido importante para mí. Hablar de la comunidad que se genera entre la gente originaria de un lugar. Al ser de Alaska, me sentí muy identificado con estas aldeas y cómo ven la unión como algo vital. El egoísmo no tiene cabida para ellos ni para su sociedad.

¿Cómo fue el proceso creativo?

J.: Solo improvisamos (entre risas). Teniendo toda la experiencia, debo decir que hay métodos de composición, reglas y muchos elementos que pueden ayudarte a crear, pero desde mi perspectiva, no hay nada mejor que disfrutar de la improvisación. Es importante entender que hay mucho de intuición en la música, por eso la gente también se identifica con un artista y con otros no, porque puede percibir lo que va a escuchar o sabe que puede sorprenderse gratamente.

Hay mucha crudeza y estridencia en el álbum. ¿Has pensado en eso?

J.: Sí. Amigos, gente cercana me dicen que este disco suena como yo y creo que no hay mejor cumplido que ese, porque es lo que estaba buscando. La crudeza, la honestidad. Quería que sonara como si estuviera entrando a un cuarto y me encontrara con mi amigo, el baterista. Nada más.

¿Cómo es que cambias de un sonido pop (como en Feel It Still) a este rock pesado?

J.: Soy muy ecléctico. Me gusta que mis amigos me recomienden todo tipo de música o poder prender la radio y saber que voy a disfrutar cualquier canción que suene.

Para mí, el álbum se siente así de bidireccional. Aquí en Estados Unidos existen noticias muy alarmistas que te dicen que el mundo se está cayendo en pedazos, pero sacas la cabeza por la ventana, caminas un poco y todo es lindo alrededor. Siento que Shish tiene un poco de eso (entre risas).

La palabra clave de esta conversación ha sido ‘honestidad’. ¿Crees que este es el álbum más honesto de Portugal. The Man?

J.: Por momentos, sí. Creo que refleja mucho la persona que soy. Si bien soy un activista dulce que apoya a la comunidad, no soy pacifista. Esos contrastes se perciben en este trabajo.

Soy alguien que va a luchar por los demás y si hay que tirar las cosas que están en la mesa, lo haré, pero de seguro estaré ayudándote a recoger ese desastre con una sonrisa.

Has estado involucrado en activismo de distintas maneras. Fundaciones de apoyo para la salud mental, salud para discapacitados, proyectos de patinaje, entre otras cosas. ¿Crees que la música y el arte son cruciales para estos propósitos?

J.: Nuestra mente es fundamental para la música y el arte; por eso debemos cuidarla. Nos ayuda a representar e interpretar muchos elementos de distintas maneras y eso le da significado al trabajo de alguien más. Hay inspiración en todos lados. Pienso que estas se complementan entre sí.

He colaborado con comunidades de pacientes epilépticos y su condición los inspira a ver la vida de otra manera. He conocido gente muy especial que me ha influenciado de distintas formas para continuar en el activismo. Me ha enseñado a ser más empático, más comprensivo.

La epilepsia, las discapacidades, las necesidades especiales. Todos necesitan ser valorados. Estar en una silla de ruedas no te hace menos persona que alguien que no lo está.

Ahora que eres alguien que ha logrado reconocimiento en el mundo por tu música, ¿qué le dirías al solitario niño de Alaska que fuiste durante una época?

J.: Creo que con Shish le dije todo lo que debía decirle. Mencioné que hay reglas de composición, reglas para todo. Son importantes; sin duda, deben ser respetadas, pero también están ahí para hacerlas un lado y poder decir “sé lo que hay que hacer, pero no lo haré”. De eso se trata la juventud. Cuando eres joven, todo es fresco; por eso hay tantos artistas jóvenes que tienen un gran álbum debut.

Una vez más, la honestidad. Es importante ser honesto y confiar en lo que uno cree. Le diría que no hay que dejar que las inseguridades lo consuman.