Dos guitarras de madera y un contrabajo parecerían una combinación insuficiente comparados con los parámetros actuales de la producción musical. Pero en manos de estos tres músicos guayaquileños esos instrumentos son capaces de llenar de ritmo todo un salón y animar a sus asistentes, quienes, como mínimo, al escuchar la música comienzan a mover su cabeza o manos para seguir el ritmo.