Carla Huiracocha parece una chica de 22 años regular, con su forma de hablar suave y pausada y estatura promedio. Pero cuando se convierte en Neoma es una visión resplandeciente de látex rojo (si decide usar esas botas que le cubren hasta las rodillas), cuero negro, transparencias, mallas, delineador y brillo. Y cuando canta, esa misma voz ligera se torna melodiosa pero firme y fascinante, para dominar los sonidos de los sintetizadores que la acompañan.