El paso del tiempo se volvió tema central en la música, el discurso y la puesta en escena de Aterciopelados. Lejos de ocultarlo, el dúo colombiano lo incorpora a sus canciones y a su manera de habitar el rock, en una etapa donde la edad, el cuerpo y la resistencia aparecen como ejes creativos.

“La rebeldía va cambiando. Uno va defendiendo ese lugar, porque esta sociedad no quiere viejos y menos mujeres viejas”, dijo Andrea Echeverri en una entrevista con EFE, al reflexionar sobre cómo el paso de los años atraviesa su obra y su forma de pararse frente al público.

Lejos de asociar la rebeldía únicamente a la juventud, la cantante y Héctor Buitrago entienden ese concepto como una forma de resistencia que se adapta con el tiempo. En sus canciones recientes, el envejecimiento aparece sin filtros, sin intentos de ocultarlo y sin concesiones estéticas.

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Andrea Echeverri y Héctor Buitrago reflexionan sobre vigencia y resistencia desde el 'rock'. Foto: -- Mauricio Dueñas Castañeda

“Entonces yo tengo canciones de volverme vieja, de estar fofa y de no ir al gimnasio, de no hacer dieta. Es como defender también una existencia, ¿sabes? Porque nos venden esta mujer joven y sexy. ¿Y las que nos enfermamos y las otras?, pues aquí estamos”, agregó Echeverri durante la conversación.

Mientras ella aborda el tema desde la lucha, Buitrago lo hace desde el juego. Él le canta a la andropausia y ambos se ríen de las diferencias de enfoque, sin negar el paso del tiempo ni disimularlo. La edad se convierte en materia creativa y el rock deja de ser únicamente confrontación para asumir un lugar de defensa personal y colectiva.

“Pues uno va como creando un personaje y entonces uno es antidiva”, confesó Echeverri. Para ambos, el humor cumple un rol central: “También el sentido del humor nos salva y este disco tiene bastante”.

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Seguir siendo el dúo, hoy, implica sostener una postura clara frente a la industria y al contexto social. “Es seguir llevando la bandera de lo alternativo. Seguir teniendo una visión crítica de lo que está sucediendo, hacer las cosas a nuestra manera, con nuestras fusiones y mezclas”, explicó Buitrago en la entrevista con EFE.

La gira actual funciona como un termómetro del vínculo intergeneracional que han construido a lo largo de 35 años, una relación que se renueva con una mezcla sonora que cruza rock, blues, electrónica, percusión latina y lo que ellos mismos han definido como “boleros cósmicos”.

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En los conciertos coinciden niños, adolescentes y adultos que cantan canciones de distintas etapas del grupo. Para Echeverri, esa convivencia genera emociones encontradas. “Me pone nerviosa ver niños porque yo digo groserías”, confesó entre risas. Al mismo tiempo, reconoce que le resulta significativo ver familias que aún comparten referentes culturales en un contexto de consumo musical cada vez más individual.

Envejecer en el rock también implica una exigencia física distinta. Ambos comparan las giras con deportes de alto rendimiento. Vuelos, cambios de clima, aeropuertos, pruebas de sonido y noches cortas forman parte de una rutina que hoy requiere más preparación que en los años noventa.

“Ya no hacemos esas giras en bus durmiendo mientras el vehículo avanza”, reconocieron, aunque admiten que el nivel de exigencia sigue siendo alto.

Echeverri lo describe con crudeza y humor. “Es un esfuerzo físico violento, pero también hay una alimentación emocional que nos da la gente”, dijo. Antes de salir de gira, se somete a revisiones médicas y hasta visita al dentista para evitar cualquier eventualidad “como los astronautas”, comentó.

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El grupo también mira hacia los Grammy de 2026, que se celebrarán en febrero en Los Ángeles, y hacia otro momento clave: los 30 años de La pipa de la paz, uno de los discos más influyentes del rock latino de los noventa. Ese aniversario dará paso a nuevas versiones y colaboraciones.

En un contexto donde producir música resulta cada vez más costoso y menos rentable, Buitrago lo resume así: “Un álbum es un animal vivo, un álbum de fotos y un gasto enorme”.

Aun así, el proyecto sigue adelante por una razón clara. “Seguir haciendo música es rebeldía”, dice. (E)