La agrupación quiteña integrada por Carlos Espinosa (guitarra, voz), Mateo Castillo (guitarra, coros), Mateo del Pozo (bajo, coros) y Nicolás Meneses (batería) publicó el pasado viernes en plataformas de distribución digital sin previo aviso su segundo álbum de estudio titulado Astral dopamina, luego de siete años de su debut homónimo. Esto repercutió entre sus asiduos seguidores y diversos medios digitales nacionales e internacionales, ya que sin duda fue una sorpresa bien recibida en esta era pandémica en la que los artistas siguen creando con la esperanza de presentarse en vivo en un futuro cercano.

Compuesto por diez canciones y con una duración aproximada de cuarenta y dos minutos, este trabajo fue producido, grabado y mezclado por Daniel Pasquel (Can Can, Marley Muerto) y masterizado en Colombia por Camilo Silva; un dato que cabe mencionar es la participación del baterista Martín Flies como músico de sesión invitado.

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Esta propuesta de Alkaloides posee un sonido un poco más articulado y a la vez lo-fi, un claro ejemplo es su tema epónimo, que marca una pauta de cómo va a desarrollarse el resto de la canción; letras surrealistas que hacen referencias a ciertas sustancias psicotrópicas y sonidos que evocan a una discreta psicodelia, continuando ese camino sigue Ojeras. Por otra parte, Sin planearlo mejor mantiene la esencia pospunk de la banda, donde regresan los riffs de guitarras ligeramente distorsionados. Perspectivas, TDA y Pirámides encuentran un punto medio entre la innovación y un sonido propio que ha sido adquirido con el paso del tiempo.

Alkaoides presenta 'Astral dopamina', su nuevo álbum. Foto: Cortesía

“Perfil y Olón son canciones a las que tomaré el atrevimiento de llamar baladas wave ya que cuentan con serenidad y leves coqueteos con un aura psicodélica”.

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Al finalizar llega Luces, que cierra el álbum con delirios nihilistas que repiten: “Ya nada cuenta, ya nada importa. Es solo una ilusión”.

Alkaloides ha vuelto al ruedo en este 2021 para seguramente quedarse y hacer ruido dentro de una tranquilidad que paulatinamente empieza a desaparecer.