Javier Vásconez (Quito, 1946) está próximo a presentar su última novela El coleccionista de sombras, que ya está disponible en librerías locales. Con esta obra participó en la Feria del Libro de Madrid en octubre de 2021. Sus libros, publicados bajo la editorial Pre-textos de España, tomaron dos meses para llegar a Ecuador. “Llegó a Quito apenas hace un mes”, menciona. Sin embargo, afirma que su obra ya está circulando en México, Colombia y Estados Unidos.
En entrevista con este Diario dice que este libro es una especie de síntesis de todos sus libros anteriores (aunque aclara que no se lo tome literalmente), pero que tiene sus peculiaridades. Tal como dice su título, sus personajes están rodeados de sombras. “La novela, como muchos de mis libros anteriores, tiene ciertas zonas de oscuridad, cierta relación con esta estética de lo gótico”, apunta.
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Como es de esperarse, Quito está presente –pero no como el escenario principal–; afirma que hay otras ciudades por donde se mueve su historia como Londres, París, Madrid, Guayaquil, entre otras.
¿Cómo describe a su obra ‘El coleccionista de sombras’?
Tiene una estructura compleja y hay un Vásconez que hace de narrador y otro Vásconez –en la misma novela– que está más cerca del autor. El Vásconez que hace de narrador cuenta la historia y el autor escribe sobre muchísimos capítulos de mi pasado, de mi relación con un colegio en Inglaterra, en el que fui interno por varios años, una experiencia dura y compleja para un niño. También hay unos episodios, unos capítulos que están ubicados en París de los años sesenta, en los cuales yo también estuve, cuando tuve una experiencia dura y compleja a partir de una crisis epiléptica y fui a parar a un hospital, todo eso está contado en el libro.
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-Hace una breve pausa y continúa para dar una radiografía de sus personajes-
Hay una historia de la señorita Zaldumbide, que me fue contada por alguien y yo la transcribí prácticamente completa. Es una historia gótica, oscura, es la historia de una mujer muy especial.
También hay un personaje interesante e importante como el conde Aldo Velasteguí, cuya mansión tiene un casino clandestino, donde ocurren muchas cosas. En este casino hay una vida nocturna, agitada, en la que hay una serie de actividades de corrupción política y de otros niveles. Es uno de los escenarios principales de la novela. Por cierto, por este casino circula una mujer que anda en una moto vespa blanca, y tiene una relación muy peculiar y compleja con el conde y luego también con Vásconez.
Tiene a Quito como uno de sus escenarios, una vez más esta ciudad es parte de un libro suyo.
En este caso, la ciudad de Quito no tiene la importancia ni la mítica que ha tenido en otros libros. Es simplemente un escenario donde ocurren o transcurren los conflictos humanos.
Se conoce que en su novela hace una especie de homenaje literario
Vásconez el escritor está hablando de una serie de escritores que han acompañado su vida, a los que ha leído con muchísima pasión, con muchísimo interés. Escritores como Melville, Rulfo, Faulkner, Nabokov, como muchos otros. Hay más de 30 escritores que están nombrados, pero no están citados. La relación con la lectura con el proceso de la lectura, con el placer de la lectura; la relación de Vásconez el escritor con la literatura es viva, es intensa, apasionada. Quise dar una agilidad como si estuviera dialogando con los múltiples libros y los múltiples escritores que me han acompañado durante toda mi vida en mi biblioteca y en mi pensamiento.
En una reseña hecha por Juan Cruz, para Babelia de El País, acentúan la presencia de Jorge Luis Borges en su novela...
La presencia de Borges en un momento determinado es bastante notoria en la literatura actual, pero no tanto como una influencia directa sino como esa relación con otros libros y autores. Por el hecho de que en la novela se habla, se hacen retratos, se dialoga con muchos otros escritores.
¿A qué se debe el nombre de su obra?
El escritor es un coleccionista de sombras, de recuerdos, de imágenes, de fotografías, de gestos, de personas muertas; es como si por su cabeza, por su memoria, en sus recuerdos circulara todo esto. Mi novela es un homenaje muy grande a la memoria y al recuerdo, está contada de manera muy memoriosa.
Siempre he dado mucha importancia a la memoria, yo no puedo concebir la literatura sin el flujo de la memoria, la memoria es la que de alguna manera no solamente que enriquece, sino que por supuesto distorsiona las imágenes, la vida de las personas y esto está presente de una manera muy nítida en esta novela.
Javier Vásconez: Uno escribe bajo una necesidad neurótica
Es decir que sus novelas son un testimonio de sus vivencias con un toque de ficción
Por supuesto, detrás de esta novela está permanentemente Vásconez (el escritor) en todos sus aspectos, en su infancia, en su relación profunda, compleja, conflictiva con la literatura, en su relación con la epilepsia, en su relación con las mujeres, con el amor, con las ciudades que ha visitado o en las ciudades que ha vivido. Toda mi literatura está plasmada de esa memoria y de esos recuerdos, no de forma nostálgica, sino con una cualidad de celebración.
¿Cómo fue el proceso de escritura?
Esta novela la terminé hace dos años, ha estado estancada –digamos– por una crisis editorial en España, luego vino la pandemia y tardó más la publicación del libro. La escribí en dos años, como ya me conocen la primera versión yo siempre escribo a mano, con estilógrafo y luego la paso a computadora, y es allí donde empieza mi proceso de corrección, edición, revisión.
Entre sus obras más reconocidas se encuentran El viajero de Praga (1996) y el infaltable cuento Angelote, amor mío (1982). Son casi 40 años de trayectoria literaria. ¿En algún momento ha sentido que como escritor ya lo ha contado todo?
Cuando terminé esta novela, por la forma como está construida y escrita se podría creer como un adiós a muchos aspectos de mi literatura, y un poco yo también lo creía; pero hace un tiempo me he vuelto a sentar y he vuelto a empezar de pronto una pequeña novela, no sé hasta dónde vaya a llegar.
Con la literatura no hay respuestas definitivas, yo no creo que contar las historias sea lo esencial de la literatura. Las historias, la mayoría de ellas, están ya contadas. Yo insisto en que la forma como se las cuenta es mucho más interesante y mucho más rico, porque en ese momento empieza un desafío conmigo mismo, cómo lograr seducir, cómo lograr provocar, cómo lograr arrastrar al lector con nuevas formas de escritura, con nuevos recursos.
¿Dónde encontrar El coleccionista de sombras?
En Mr. Books, Librimundi y Tolstói Librería. (I)