Antonio Sanint creyó que “exorcizar” sus propios demonios en público sería una catarsis personal, pues estaba convencido de que esos acontecimientos inesperados solo le ocurrían a él; pero su público rápidamente se identificó con cada una de sus anécdotas. “Cuando empecé a sentir la risa de la gente me di cuenta de que de eso había que hablar constantemente para que nos riéramos entre todos, para que hiciéramos catarsis de esas bobadas que nos pasan por ser humanos”, conversa en una entrevista con este Diario.