Legado ancestral del pueblo guaraní, del conocimiento terapéutico de sus plantas tradiciones, aliado frente a las altas temperaturas veraniegas, el tereré es parte inherente a la cultura de Paraguay y como tal fue recordado este sábado en Asunción, en el día en que se conmemora a ese mate frío cuyo consumo constituye todo un rito social.
El termo y la guampa, el vaso en el que se bebe el tereré, y la bombilla para absorberlo, son unos accesorios tan familiares a los paraguayos como lo es el contenido que ofrece: la extensa gama de yuyos o pohã ñana (plantas medicinales, en guaraní).
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Plantas como el hinojo o el burrito, empleadas como remedio para los problemas de estómago, la cola de caballo, como facilitante urinario, o el jengibre, como preventivo antigripal, son algunos de los yuyos utilizados para un cóctel en el que se mezcla la yerba mate y el hielo.
Una herboristería conformada también por yuyos considerados energéticos como los mezclados en el tereré “levantol”, una fórmula compuesta por cedrón, zarzaparrilla y otras raíces que es también visto como afrodisiaco masculino.
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O como la preparada hoy por Silvia Torres, partidaria de un combo estándar: el de perdudilla blanca, la flor de Santa Lucía y el agriado.
Y servido también desde el manual de la tradición: dejando reposar con la yerba mate y reservando ese primer sorbo a Santo Tomás.
El resultado es una bebida que está en el ADN cultural de los paraguayos y que cada último día de febrero se celebra como Día Oficial del Tereré.
Este año es el primero desde que la Unesco declaró patrimonio inmaterial de la Humanidad a esas prácticas y saberes inscritos en la cultura del pohã ñana. Una cultura mantenida por un pueblo orgulloso de ese acervo y que también se ha sostenido en el tiempo gracias a un sector que vive de la economía que genera la bebida: la artesanía del termo, de la guampa, del mortero y, sobre todo, los remedios naturales machacados en ese último objeto.
Una de las personas a las que hoy se reconoció por esa labor fue Natalicia Ramírez, que lleva 45 años vendiendo yuyos en el paseo del mismo nombre, una gran herboristería a cielo abierto en el complejo del popular Mercado 4.
Ramírez recibió del ministro de Cultura paraguayo, Rubén Capdevila, un diploma por ser portadora de los conocimientos ancestrales
Ramírez, que aprendió ese saber de sus abuelos desde niña, cuando vendía en el Mercado 4 o recogían esas plantas en Villa Hayes, en la región del Chaco, dijo a Efe que no concibe un Paraguay sin el referente del tereré.
”No puede vivir (el paraguayo) sin el tereré. Es una mística”, dijo Ramírez en relación al acto social de compartir el tereré, que calificó de “fortalecer el amor”.
Desde el mismo punto de vista ritual, de reunión social en la que el tereré va pasando de mano en mano, se manifestó Javier Torres, también reconocido hoy con el mismo diploma, y que desde hace años impulsa esta cultura autóctona desde el Tereré Literario.
”El tereré para nosotros tiene un significado importante, es un compañero que nos acompaña del día a la noche, es nuestro otro yo”, dijo el fundador de ese espacio para promover la cultura y tradiciones paraguayas y de la herboristería anexa.
Torres valoró la inclusión de esa cultura en la lista de la Unesco de patrimonio inmaterial de la Humanidad, si bien señaló que ahora corresponde que el sector se modernice para avanzar en ese posicionamiento.
En ese sentido, informó que su asociación, con el apoyo de varias instituciones estatales, pondrá en marcha un centro de capacitación a los vendedores de cara a revalorizar el producto y a la vez salvaguardar las plantas tradicionales, algunas en peligro por la deforestación.
”Para mantener el reconocimiento de la Unesco se necesita un plan de salvaguarda para que esto (la declaración) se mantenga en el tiempo”, dijo Torres. (I)