El adjetivo «occiso» surgió del latín occīsus, participio pasado de occidĕre, que significa ‘matar’. Ingresó al diccionario académico en 1737 con la acepción de ‘muerto violentamente’, especificidad que consta en la edición actual. En su familia léxica está el nombre «occisión», cuyo sentido es ‘muerte violenta’.