Memorias de un caracol, la cinta australiana de stop-motion escrita, producida y dirigida por Adam Elliot, ya llegó a los cines del país.

Tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy 2024 en junio y fue nominada a mejor película de animación en la edición n.º 97 de los Premios de la Academia, que se celebrarán el próximo domingo 2 de marzo en Los Ángeles. De esa manera, se convirtió en la segunda con clasificación R en entrar en la categoría después de Anomalisa, de 2015.

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El filme ligeramente inspirado en la propia vida de Elliot y protagonizado por las voces de los actores Sarah Snook, Kodi Smit-McPhee, Eric Bana, Magda Szubanski, Dominique Pinon, Tony Armstrong, Paul Capsis, Nick Cave y Jacki Weaver, sigue las pruebas y tribulaciones en la vida de la solitaria e inadaptada Grace Pudel, desde su niñez hasta que alcanza la edad adulta.

Grace Pudel y su vida plagada de pérdidas

Snook lleva a la vida a quien no solo es la protagonista sino también la narradora, quien cuenta obedientemente tragedia tras tragedia con el ritmo metódico del cineasta detrás de la historia. Sin embargo, ella desde el principio nos confiesa que siempre está buscando un lado positivo pase lo que pase.

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A pesar de esa determinación, Grace era el tipo de niña que prefiere coleccionar caracoles de porcelana a jugar con Barbies y que vive atrapada en su propio espiral de ansiedad, angustia y soledad. Hasta que aparece Pinky (Weaver), una señora que no tiene filtro, pero sí muchísimo amor por la vida. Entre ellas se desarrolla una amistad que parecerá tan improbable como necesaria.

‘Memorias de un caracol’, la película stop-motion de Adam Elliot que te hará reír y llorar. Foto: Tomada de X

Un mar de emociones

A lo largo de los 94 minutos de duración de la cinta, podemos darnos cuenta de que Elliot no anda con rodeos y no tiene miedo de hacer reír y llorar al público.

El director tomó un periodo de ocho años para desarrollarla por completo. Y es que al darles una parte de sí mismo a sus personajes, comparte algo verdaderamente vulnerable y conmovedor, pues podemos vernos a nosotros mismos en Grace, incluso si nuestras dificultades no se parecen en lo más mínimo a las que ella se enfrenta, porque fue creada para ser alguien universalmente humano. Ese es el regalo que brinda su estilo cinematográfico.

El elemento stop-motion

Elliot no solo ha conseguido contar una historia desgarradora, la ha moldeado, fotograma a fotograma, movimiento por movimiento. No hay CGI ni efectos, solo hay arcilla, pintura y una técnica de animación que no se debe perder.

El australiano confesó que puede sonar tentador apoyarse de softwares o herramientas digitales para agilizar los procesos, pero siempre deseó tratar al filme de la manera difícil y lenta desde lo tradicional, justo como los caracoles que Grace colecciona en la película.

Los 7000 elementos individuales que se ven en la pantalla a lo largo de Memorias de un caracol están hechos a mano.

‘Memorias de un caracol’, la película stop-motion de Adam Elliot que te hará reír y llorar. Foto: Tomada de X

Los caracoles y la lentitud del tiempo

Antes de elegirlos, Elliot cuenta que el animal que Grace iba a coleccionar sería una mariquita, pero pensó que eran demasiado lindas.

Hay algo en los caracoles. Siempre se retraen dentro de sus caparazones y eso es lo que Grace hace continuamente, alejándose así del mundo y de su dolor y trauma. También me encanta el remolino como símbolo de que la vida da un giro completo, que es lo que le sucede. Ella regresa a su punto de partida. Creo que los caracoles son criaturas tan alienígenas, pero siempre están avanzando”, explica el también guionista de 53 años. (O)