En ‘Dune: parte dos’, el amor, la venganza y la ambición habitan las arenas del planeta Arrakis

El cineasta Denis Villeneuve preparó Dune: parte dos para que el público se tome su tiempo en disfrutar cada escena de las 2 horas y 46 minutos de duración del filme. Una más hermosa y atrevida que la anterior.

Incluso, aquellos nuevos personajes de los que seguramente ya ha leído en redes sociales no se apresuran en aparecer, pero cuando lo hacen incorporan a la trama todo su carácter. Especialmente, el villano Feyd-Rautha, interpretado por Austin Butler (Elvis, 2022), sobre quien se murmura que es un completo sociópata.

Pero antes de presentarnos a los nuevos actores de parte dos, Villeneuve retoma la historia donde nos dejó en la primera entrega: en las infinitas arenas del planeta Arrakis, codiciado por quienes ansían tener el control de su especia, la cual hace posible el viaje intergaláctico.

Paul Artreides (Timothée Chalamet) quedó huérfano de padre y, junto a su madre, Lady Jessica (Rebecca Ferguson) buscan encajar entre los Fremen, habitantes del desierto de Arrakis.

Y entonces es momento de acompañar a Paul en el viaje que le permitirá hallar su propio destino: aprender las costumbres de los Fremen, volverse uno solo con el desierto, hasta llegar a la grandiosa prueba final: domar a uno de los gigantescos gusanos que se esconden debajo de las profundas arenas de ese planeta.

En la mente de muchos Fremen, entre ellos Stilgar (Javier Bardem), Paul es el mesías que restaurará a favor de su pueblo el soñado paraíso verde, donde el agua ya no será escasa y celebra el cumplimiento de cada profecía que respalda su fe en Paul.

Aunque más escéptica, Chani (Zendaya) deja entrar al desconocido Paul a su tribu y a su corazón. Este romance tendrá (hasta el momento) un desenlace agridulce pues el amor no es el único sentimiento que alberga el aparente héroe, sino que persigue la venganza por el asesinato de su padre y, sus nuevas habilidades y conocimientos, lo acercan de una manera más implacable al cumplimiento de ese deseo.

La ambición es otra de las fuerzas presentes en la cinta, representada por los integrantes de cada una de las grandes casas.

Algunas de ellas, detrás de su apariencia honorable, se han ensuciado las manos y apostado por alianzas secretas y despreciables para asegurar su propia supervivencia. ¿Caerá nuestro héroe Paul en esa misma tentación?

Si la duración de la cinta le parece excesiva, propóngase ponerse en manos del director. Villeneuve y las hipnotizantes composiciones de Hans Zimmer no lo soltarán mientras sigue de cerca cada paso de Paul. El suspenso habita incluso en los silencios. (E)