Considera al cine como esa herramienta que le permite conocer nuevos lugares e historias de una manera más profunda, algo que ahora persigue con su segundo largometraje El movimiento de las cosas, proyecto documental con el que la artista visual y cineasta Alexandra Cuesta participa en el Doc Station Project Lab de Berlinale Talents, espacio que forma parte del Festival Internacional de Berlín.
Cinta ecuatoriana en la selección del Berlinale
Su proyecto fue uno de los diez seleccionados mundialmente para participar de este laboratorio con realizadores de países como Alemania, Indonesia, Portugal, Brasil, Perú y Bélgica, para compartir durante toda la semana sus guiones documentales con una lista de consultores cinematográficos de renombre internacional. Un proceso que culmina con una presentación pública -que fue hoy- ante profesionales de la industria.
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“No sabes qué conexiones puede haber porque obviamente buscas colaboraciones estratégicas con producciones, con gente que esté interesada en el proyecto”, comenta la ecuatoriana.
Demuestra estar feliz de ser parte de este espacio, aunque en otra época -sin pandemia- se lo hubiese realizado de manera presencial. “Es superinteresante, porque tienes la oportunidad de conversar y crear una comunidad con gente que no tendrías la oportunidad de hacerlo de otra manera”.
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Cuenta que la presentación la realizó hoy mediante videoconferencia ante un aproximado de 200 asistentes virtuales. Dispuso de diez minutos para su presentar pitch.
Un pueblo al borde de la desaparición
El movimiento de las cosas se encuentra en producción y será filmado en Susudel, una parroquia de la provincia del Azuay, que en el 2013 fue declarado Patrimonio del Estado.
“Esencialmente es un retrato poético sobre este pueblo pequeño, que tiene muchos cambios y que está -como muchos lugares en Ecuador- en peligro de desaparecer, porque hay todo este fenómeno de la agricultura y la mayoría de esta gente son personas mayores, ya que todos los jóvenes emigran a las ciudades o a otros países; entonces, estos pueblitos quedan básicamente habitados por personas mayores que van muriendo y el pueblo va desapareciendo también”, narra Cuesta.
La cineasta, quien por años se ha manejado en la línea experimental y vanguardista, retrata este lugar de la Sierra a través de su paisaje y la voz de dos personajes principales: Luz, una adulta mayor que trabaja en el campo, y Nathaly, una joven que tiene entre sus planes ir a la ciudad. “Es como un doble retrato de estas dos vidas que se mueven hacia diferentes lugares”, expresa sobre la cinta que explora los sueños, las memorias e historias de las personas.
Es por eso la razón de su nombre El movimiento de las cosas (ahora provisional, ya que puede modificarse en el futuro al tratarse de una etapa de producción), que según explica, hace referencia a los cambios en el tiempo. “Cómo un tipo de vida desaparece y empieza otro tipo de vida y de existencia. Son como capas de historias que están ocurriendo al mismo tiempo”, dice.
Cuesta es nacida en Cuenca, pero nunca vivió ahí. Su vida se ha dividido entre Estados Unidos y Ecuador. Sin embargo, dice que su relación con su familia en Cuenca mantiene viva esa conexión con esa ciudad y por lo tanto con la provincia de Azuay.
“Creo que todas las películas que hago acá es como una forma de poder conectar con este lugar que no conozco tan bien. El cine es como una herramienta que me permite conocer estos lugares de una manera más profunda”, afirma la cineasta.
Se decide por Susudel como escenario donde desarrollará su próximo documental, luego de hacer su primer largometraje denominado Territorio, que consistía en un viaje por diferentes geografías del país. “Uno de los lugares que filmé en Territorio fue Susudel, entonces ya conozco este lugar como hace ocho o nueve años y he estado durante todo este tiempo en contacto con las personas que viven allí. Cada vez conozco más cosas sobre el lugar, sobre las personas, cada vez entiendo cómo es la vida allí”, sostiene.
Sobre ella
Cuesta lleva aproximadamente quince años haciendo cine, su fuerte ha sido la fotografía, por lo que siempre se ha perfilado por lo experimental, aunque ahora le apuesta a lo narrativo. “Me gustar estar cambiando y probando nuevas formas de trabajar”, manifiesta.
“Algunas de las ideas continuamente presentes en su trabajo exploran la construcción del espacio, estructuras de tiempo y la documentación de lo invisible, navegando entre lo ajeno y lo familiar”, describe en su página personal.
También dedica parte de su tiempo a la academia, ha enseñado en algunas universidades del país y de Estados Unidos, museos y ONG.
En el 2018 fue premiada con un Guggenheim Fellowship. En el mismo año fue seleccionada para participar en el MacDowell Residency.
Su trabajo ha sido expuesto en el New York Film Festival, Solomon R. Guggenheim Museum-Nueva York, Viennale International Film Festival, Centre Pompidou, Palacio Nacional de Bellas Artes, MOCA-Museo de Arte Contemporáneo, Festival de Cine de La Habana, BFI Film Festival, Queens Museum of Art, International Film Festival Oberhausen, entre muchos otros.
En la actualidad también trabaja en una serie de cortometrajes autobiográficos que están filmados en 16 mm.
Sobre el hecho de documentar lo cotidiano dice: “Siempre mi interés nace de lo común, de lo cotidiano, pero cómo eso simple y cotidiano puede transformarse a través de la imagen y a través del cine. Esas son las cosas que me atraen del cine y el documental, el poder compartir tu visión de cómo tu entiendes el mundo...”. (E)