Esta dramedia es una producción mexicana creada por Carolina Rivera y Fernando Sariñana para Netflix que se estrenó en enero 20 de este año y lleva varios días como número 1 trending en Ecuador. La trama trata de cómo dos madres de distinto estatus económico y tipo de vida tienen a sus bebés intercambiados por el hospital y terminan uniéndose en una familia poco común.

Como villano macho tóxico, primero le lanzaré versos a la historia y después llegan los cachos:

La serie en realidad me gustó, me pareció fresca y entretenida, con un buen balance entre humor y drama, así como la exploración de una dinámica familiar completamente distinta. La actuación es muy buena, en especial por Ludwika Paleta, y la música de Julieta Venegas solo se puede recibir con brazos abiertos.

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Ahora sí vienen los cachos, pero fue a mí que me los pusieron, pues no me cumplieron ninguna de las promesas que me hicieron en el primer episodio, que en sí apenas ejecuta efectivamente el título. Esta serie se trata más de la relación prohibida entre la abuela de una de las bebés con el padre de una de las bebés que de la maternidad de las protagonistas. Suena a chiste, pero es a) cierto, y b) principalmente drama.

Muchos sucesos pasan simplemente para causar turbulencia en la vida de las principales, pero no tienen resolución interesante o relevante y solo alejan de lo que debió haber sido la trama principal, creando una historia muy dispersa. ¿Pelea de clase? Nope, ¿choque de perspectivas maternales entre la primeriza que improvisa y la experimentada planeadora? A lo mucho tres veces en nueve episodios.

¿Recomiendo esta serie? Si gustan de dramedias familiares y exploraciones alternativas, sí, pero sin dejarnos engañar por el título. (O)