Ya pasaron catorce partidos en Brasil (50%) y treinta y seis en Europa (71%). La Copa América y la Eurocopa empiezan a arrojar conclusiones. Y, al jugarse en paralelo, las comparaciones son inevitables. La primera es que los juegos europeos muestran mayor intensidad física. Aquí se esgrime que nuestros futbolistas vienen de largas temporadas, pero allá es igual, y los partidos tienen un ritmo muy alto, hubo algunos frenéticos como Dinamarca 1 - Bélgica 2 (en verdad, los tres juegos de los daneses), Alemania 4 - Portugal 2, Holanda 3 - Ucrania 2, Suecia 3 - Polonia 2, todos los compromisos de Hungría, que pese a ser eliminado, apretó hasta el límite a Francia y Alemania. Sin confrontar es difícil establecer una supremacía atlética, pero allá parece cumplirse el lema olímpico: más alto, más rápido, más fuerte. Vemos laterales-carrileros-punteros (hacen las tres funciones) que parecen aviones, como el caso del húngaro Attila Fiola, una topadora de 31 años que cubre los cien metros de banda y no para un instante. Es quien más nos impresionó, aunque la mayoría en su puesto se le asemeja. Se marcan muchos goles sobre la hora porque siguen corriendo y buscando sin parar. Eso, aquí, no nos resulta tan pronunciado. Sí nos impresionó la prestación física de Paraguay, veloz, incansable y persistente.