Esa es la figura que proyecta a estas alturas del siglo XXI el fútbol porteño: la de esos aristócratas de la edad media que vestían lujosos trajes, pelucas empolvadas, diamantes refulgentes en las joyas del cuello y de sus dedos, carrozas elegantes con decorados en pan de oro. Un día vieron como se esfumaba su fortuna en malas inversiones, en costosas orgías, en despilfarros y saqueos de los recursos familiares, debiendo pasar de la opulencia a la pobreza, del castillo al modesto chalet. Ya nadie los miró con respeto, no eran invitados a las fiestas cortesanas y más bien los evitaban cuando se cruzaban con otros nobles.

Guayaquil introdujo el fútbol en nuestro país. No lo trajeron los ingleses ni los trabajadores extranjeros del ferrocarril como se ha asegurado algunas veces. A fines del siglo XIX lo introdujeron -como todos los deportes modernos- los jóvenes herederos de las fortunas del cacao que volvían de Europa entusiasmados por la creación de las federaciones internacionales y el renacimiento de los Juegos Olímpicos. Ellos importaron los primeros implementos, organizaron los primeros torneos, enseñaron a jugar fútbol a los jóvenes de todo el país e internacionalizaron este deporte.

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Un guayaquileño -Manuel Seminario Sáenz de Tejada- fundó los primeros organismos multideportivos y uno de ellos, la Federación Deportiva del Guayas, fue la pionera de la modernidad institucional. Seminario, cuyos contactos internacionales eran muy sólidos, afilió a la FIFA a la Federación Deportiva del Guayas que era la única entidad del deporte con personería jurídica en 1925 y gracias a ello pudo venir al Ecuador el primer equipo oficial: el Gimnástico Arturo Prat, de Chile. Ese mismo año, Seminario promovió la fundación de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador a la cual la Federación Deportiva del Guayas le cedió las afiliaciones internacionales a la FIFA y a la Federación Internacional de Lawn Tennis.

Guayaquil promovió desde 1923 la disputa del célebre Escudo Cambrian e invitó a equipos de Quito y Riobamba. Hasta 1931 en que feneció la competencia ya habían participado selecciones de Pichincha, Tungurahua, Manabí, Los Ríos y Azuay que vieron crecer el fútbol gracias al entusiasmo que despertó el Escudo. Después vinieron los campeonatos nacionales de selecciones entre 1940 y 1949. En fútbol ya no era tan amateur como se afirmaba. De Guayaquil salieron al exterior los primeros jugadores contratados: Alfonso Suárez Rizzo, Ernesto Cevallos, Marino Alcívar, José Merino, Eloy Ronquillo, Jorge Tolozano Laurido, Jorge Chompi Enríques, Enrique Moscovita Álvarez, los Mellizos José Antonio y José Luis Mendoza, Marcos Izaguirre y muchos más. Este dato debe ilustrar la oscura mente de los miembros de la Generación Idiota tan enemigos de la historia que no han estudiado, pero la aborrecen en su supina ignorancia.

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Guayaquil creó el profesionalismo en 1950 impulsado por Emelec que protestó por una contribución que intentaba imponer la Federación Deportiva del Guayas que ya se llevaba un elevado porcentaje de las recaudaciones sin poner nada a cambio. El torneo federativo se jugaba en el estadio Capwell, construido por Emelec como una gran contribución de ese personaje inolvidable que fue George Lewis Capwell. Emelec suscribió con la Caja de Pensiones (hoy IESS) un préstamo para que su estadio sirviera como escenario del Campeonato Sudamericano de Fútbol de 1947 que fue un éxito total. A Emelec se sumaron todos los equipos guayaquileños y el 20 de noviembre de 1950 se fundó la Asociación de Fútbol del Guayas, pionera del profesionalismo en el Ecuador.

Entre 1951 y 1967 se jugó el torneo profesional de Guayaquil en el estadio Capwell (un parque en el que había un árbol en el medio dijo un “periodista nuevaolero” víctima de alguna alucinación) y en el estadio Modelo. Por los equipos guayaquileños como Emelec, Barcelona, Patria, Everest, 9 de Octubre, Unión Deportiva Valdez (de Milagro), LDUG, Español, Norteamérica pasaron grandes jugadores nacionales y extranjeros. Uno de esos raros especímenes que abundan en radio y televisión hoy dijo alguna vez que en los equipos de la Asociación de Fútbol jugaban “unos gitanos del fútbol” que llegaban con unos botines en una funda y decían “yo soy futbolista” y los contrataban. Algún vaporoso pecado debe haber cometido para decir lo que dijo, porque a Río Guayas llegaron Juan Deleva, argentino, portada de El Gráfico y Eduardo Spandre que jugó en River Plate, por solo mencionar a dos. Patria tenía a Eduardo Bores, quien venía de Botafogo, y el uruguayo Hortensio González, exseleccionado de su país. En Emelec jugaron Julio Pérez Luz que vino de Nacional de Montevideo; Atilio Tettamanti que llegó de Vélez Sarsfield, fue compañero del inmenso José Manuel Moreno en Universidad Católica de Chile y regresó a Emelec para ser campeón en 1956. Puedo citar al menos medio centenar de nombres, pero quiero cerrar este párrafo citando dos caso: en el torneo de Asoguayas de 1963 debutó en Emelec Ramón Maggereger, arquero de la selección de Paraguay en la Copa del Mundo de 1958 en Suecia, y en 1964 lo hizo en Everest Moacyr Claudino Pinto, campeón mundial con Brasil en el mismo 1958 y elegido hace poco como uno de los mejores jugadores de Flamengo en toda la historia, club en el que integró la que se considera la mejor delantera: Joel, Moacyr, Evaristo, Dida y Zagalo. Fue una sorpresa su llegada porque venía de jugar en el Peñarol de Spencer haciendo un trío central de ensueño con Pedro Rocha y Alberto Spencer, y en River Plate en la inauguración del “fútbol espectáculo”.

De aquellos equipos que establecieron supremacía en el fútbol ecuatoriano quedan solo Barcelona y Emelec que son hoy casi nada, como el ídolo, y la nada misma como Emelec. Hoy contratan jugadores nacionales y extranjeros que en los años 50 y 60 no hubieran actuado ni en los equipos de La Atarazana. Ya no se producen valores nativos porque desaparecieron las fuentes de donde salían los prospectos de cracks. Primero, no hay divisiones menores. Ya no existe el fútbol en la Federación Deportiva del Guayas que es una empresa de negocios que para promover el “deporte formativo” construye parques acuáticos con los millones que recibe anualmente, sin que nadie fiscalice. Tampoco existen las ligas de novatos ni la división de Ascenso en el sentido productivo de antaño. Los campeonatos intercolegiales que promovía la Subdirección de Educación Física desaparecieron cuando la burocracia ministerial suprimió esa dependencia y durante el correato cancelaron a todos los entrenadores de los colegios fiscales. El deporte como medio de contención desapareció y mientras los entrenadores salían, entraban los microtraficantes.

Emelec es hoy un cadáver insepulto que solo puede salvarse con la renuncia de los culpables del desastre y la convocatoria de una asamblea extraordinaria que ya ha sido pedida por un grupo de socios. Barcelona fracasó esta temporada en todo lo que participó. En 2025 jugará la fase 2 del repechaje de la Copa Libertadores, una especie de premio consuelo para un club que anunció que en 2024 iba a ganar esta Copa que le ha sido esquiva en dos finales. (O)