No fue diferente de otras veces, con otros técnicos y otros actores. La expectativa se dio de narices contra la realidad. Ecuador volvía a la eliminatoria estrenando técnico y con ilusión nueva, esperando dar, por fin, un golpe de autoridad, marcar un hito: ganar en Brasil por primera vez. Los 17 enfrentamientos anteriores en la patria de Pelé habían sido 16 derrotas y un empate. Era una ocasión brillante, al fin. Por los buenos futbolistas actuales de Ecuador y por la actualidad brasileña. Pero no, el Brasil más ramplón de la historia le ganó 1-0 al nuevo Ecuador de Sebastián Beccacece. Para graficar: no generó ni una situación de gol la Canarinha. El único tanto fue un tirito de Rodrygo desde el borde del área (lo que antes definíamos como “una masita”) que rozó en la espalda de Willian Pacho, descolocó al arquero Galíndez, dio en el palo y se metió.