Arturo Pimentel se llama un joven de 21 años residente en Miami, Florida, que me contactó pidiéndome que escribiera sobre Sigifredo Agapito Chuchuca, un nombre que su padre y su abuelo paterno solían citar con admiración y respeto cuando él era un niño y estaba aprendiendo a amar la camiseta amarilla con vivos rojos del equipo ídolo del Ecuador.