Me hice barcelonista porque cuando yo era pequeño la mayoría de los guayaquileños eran seguidores del club; además, Pedro Villalta, un primo mío que había jugado en Barcelona (anotó un gol en el primer partido en la historia contra Emelec, en 1943), me llevaba al estadio (Guayaquil, luego llamado Ramón Unamuno) a ver al equipo y terminé de hacerme seguidor.