Pelé fue mi primer ídolo global del fútbol. Han pasado muchos, muchos años, pero Edson Arantes sigue estando en lo alto de mi altar personal. Su libro autografiado dora un estante. Con él hasta suena lógica la frase de Perogrullo: “Pelé es Pelé”. Con ello queda todo dicho. Fue fenomenal, un portento físico y técnico, goleador fabuloso, jugador de equipo, guerrero, noble, ganador, valiente. Todo. Luego vino Diego Maradona con su épica, una épica que el fútbol no había visto nunca, e hizo temblar su reinado. Aun con sus problemas extrafutbolísticos, para cientos de millones, lo superó. Por habilidad, por rebeldía, por atrevimiento. Son intocables.