Una estela de fútbol, una ráfaga refrescante de buen gusto se paseó el martes por el campo del Bernabéu y le dio al Real Madrid una lección de juego. Que es más que eliminarlo, pues también podía dejarlo fuera por penales después de dos empates a cero. El 4-1 del Ajax fue otra cosa, un impacto planetario. Ya había ofrecido un anticipo en el partido de Ámsterdam, pero al perder quedó diluido por esa verdad, a veces media verdad, que impone el resultado. Cuando pasen los años, los hinchas del club holandés recordarán mucho esta gesta, aunque menos por el guarismo que por la actuación, realmente preciosa, que deslumbró al mundo del fútbol. Mandar cuatro veces a la lona al tricampeón vigente es una proeza, desplegar ese ballet, una maravilla.