Han pasado ya ocho años desde que en las columnas de este Diario apareció mi artículo titulado ‘Se está gestando una ley estatizante”. El examen del proyecto, que estaba en manos de la Comisión de Deportes de la Asamblea Nacional, permitía advertir que la garra siniestra del correato iba a caer sobre el deporte para apropiarse de todos los estamentos, desde las ligas barriales al Comité Olímpico Ecuatoriano (COE).