En Barcelona, una mezcla de varios ingredientes tóxicos como los líos económicos cuyos montos parecen crecer a medida que se cubren deudas, declaraciones fuera de lugar y actitudes públicas reprochables de miembros del cuerpo técnico, un futbolista del plantel que demanda al club, refuerzos que no son tales, jugadores envejecidos que no son aporte, un presidente que con frecuencia se desdobla para encarar temas deportivos y otros particulares de orden político –como funcionario público y luego como precandidato a una elección seccional– han ‘envenenado’ futbolísticamente al equipo que por muchas jornadas fue líder invicto de la segunda etapa.