Yo me enteré de la Copa del Mundo gracias a mi amigo y luego compadre (hoy dolorosamente ausente) Nelson Cruz Cruz. Sus padres eran dueños de una despensa de nuestro barrio que él empapeló con las páginas de una revista llamada Mundial, destinada a glorificar el entonces reciente Maracanazo, aquella hazaña de julio de 1950 cuando Uruguay, encabezado por el gran Obdulio Varela, derrotó al inmenso favorito y anfitrión, Brasil, ante más de 200.000 espectadores y desató una tragedia que terminó en lágrimas y suicidios. Yo era muy niño, pero alcancé a entender la hazaña portentosa.