Pese a la desconfianza (rayana en el desdén) con que los europeos miraron siempre a Sudamérica, el estadio Centenario, inaugurado para el Mundial del ‘30, impactó a los llegados del Viejo Mundo. Se asombraron. Era un escenario colosal para la época, el primero cilíndrico y con capacidad para 80.000 personas. Digamos que constituyó la primera gran novedad aportada por los Mundiales, esta en materia arquitectónica. Luego vendrían cientos más, de diversa índole. Desde entonces, el fútbol ha tenido una transformación gigantesca.