Un gravísimo incidente público, del que ya no tiene retorno, envuelve al director técnico de la selección argentina, señor Jorge Sampaoli. En cualquier país más serio que la Argentina (y hay muchos) le costaría el puesto. Incluso, si se tratara de un individuo con real honor, presentaría su renuncia. Aquí, ya sabemos, la AFA ignorará su ofensa y solo difundirá su disculpa. Luego, él esperará que escampe y se amparará en el nefasto código grondoniano: “todo pasa”.