Era el año 1968, Rubén Cerda aún adolescente salió de su natal Quito a aventurarse en el país más grande del continente. El estudiante de ingeniería en la Universidad Federal de Paraná que llegó por primera vez por un período corto, con el tiempo se enamoró de la ciudad. Más precisamente, de una muchacha de Curitiba, con quien se casó años más tarde. Por eso, permaneció el Brasil hasta 1975, antes de regresar a Ecuador.