Críticas de Cine: El reino bajo la luna, un emotivo y delirante cuento de hadas

Por Daniela Dreamer dlcreamerg@yahoo.es .- Con el filme El reino bajo la luna (Moonrise kingdom), la fuga de amor de dos preadolescentes que causa revuelo en una pacífica y pintoresca isla, en la costa de Nueva Inglaterra, el realizador estadounidense Wes Anderson logra su película más convincente hasta hoy. Por ello, Cannes la eligió como cinta inaugural en su reciente edición, para darnos una oportunidad de reír en el cine, entre tanta cinematografía solemne que allí se exhibió.Y es que Anderson es un realizador que provoca risas, deleite y regocijo, entre su ejército de incondicionales espectadores que admiran sus filmes: Academia Rushmore, Los excéntricos Tenenbaums, Life aquatic o Viaje a Darjeeling. Admito que, desafortunadamente, nunca he logrado captar del todo el encanto de este universo tan peculiar, con sus surrealistas argumentos, sus diálogos rebuscadamente naïf y su humor extravagante.En El reino bajo la luna me ocurrió lo mismo, aunque reconozco y elogio, sin duda, sus méritos y virtudes. Anderson tiene la capacidad indiscutible de seducir a actores muy populares y costosos para que se embarquen en sus delirantes proyectos. Imagino que no lo hacen en plan lucrativo, sino porque disfrutan enormemente trabajar con este cineasta, quien con apenas un puñado de filmes ha logrado crear un universo propio tan distintivo.Ver al complejo Edward Norton y al durísimo Harvey Keitel haciendo de boy scouts puede tener su gracia durante escasos minutos. Pero, a mi parecer, la gracia se disipa rápidamente. También aparecen Bruce Willis, Frances McDormand, Bill Murray y Tilda Swinton. Todos ellos, como decía, parecen estar gozando al meterse en la piel de sus caricaturescos personajes.La cinta es una graciosa y tierna comedia coral que toma vida en 1965, en torno a las vivencias de 60 niños boys scouts, en medio de una gran tormenta que desata una cadena de eventos en los que participan las autoridades locales: el melancólico sheriff y un ansioso líder scout.Todos parten en la búsqueda de Sam, un huérfano de 12 años, supuestamente traumado por no ser querido por su familia de adopción, quien va tras Suzy, una niña incomprendida en su hogar, y de la que se ha enamorado. Su intención es casarse y, claro, no llegan muy lejos del gran revuelo: se hayan escondidos en la cueva que bautizan como Moonrise Kingdom, un lugar secreto y mágico, que en el mapa se llama simplemente Milla 3.25 Entrada de Olas.Anderson se mantiene fiel a sí mismo y a su sutil estética, pero cambia algo su caligrafía. Si antes presentaba a adultos con actitud infantil e inmadura, en esta entrega narra una historia de amor vivida demasiado pronto entre estos dos preadolescentes bastante precoces, que huyen de su madriguera para fundar un nuevo hogar a la intemperie. Es una película sobre el despertar sexual, sobre el universo infantil más puro en contraposición con el mucho más restringido de los adultos, es un emotivo y delirante cuento de hadas.El director arranca con su estilo narrativo naïf, pero se pasa de acaramelado. Las imágenes parecen intencionalmente ilustraciones de un libro para niños, con encuadres frontales, en los que los personajes hablan a la cámara. No obstante, el filme va in crescendo y, en cuanto se muestra que la pareja enamorada es asediada por la colectividad, El reino bajo la luna adquiere una connotación emotiva e, incluso, un encantador sentido de lo mágico.Anderson busca –y encuentra– la mirada del primer descubrimiento y le ha salido una película que provoca en el espectador la sensación de haber desenterrado su primer álbum de la infancia o la primera adolescencia. Es, de principio a fin, tan calculadamente cerebral como conmovedora, tan cautivadora como precisa. Por eso dicen que el cine de Wes Anderson es un gusto adquirido, que muchos encuentran demasiado trabajado.

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